VII

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Tomar en cuenta las palabras de Frank.

Nunca ha tomado en cuenta las palabras de nadie, no existe nadie más liberal que él, ¿por qué demonios tomaría en cuenta las palabras de alguien más que no fuese su jefe, o en tal caso Mikey?

Fácil: nunca había estado tan cerca de morir como lo estuvo aquella noche en la última misión.

Frank es el imbécil que le ha salvado la vida dos veces, así él ni siquiera le diera un agradecimiento formal —y eso descontando el incidente en las duchas hace unas semanas—. No tiene idea de por qué lo hace. Sabe cómo son, o más bien, cómo todos deberían ser al estar encerrados aquí, pero nadie se atreve dejar salir ese lado de ellos. El punto es vivir, pero Gerard no sabe el por qué quiere vivir. Probablemente sea Mikey lo único que le hace pensar dos veces las cosas, debe darle la razón a Frank en ese punto. No puede dejarlo, nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Proteger a su hermano ha sido su trabajo por los últimos veinte años de su vida, sin contar que los primeros siete logró ser un niño normal, luego lo introdujeron en los malos pasos del robo.

Debía ser astuto en donde fuese, porque ya fuese ahí o afuera, estaba propenso a que traspasaran su cráneo con una bonita bala de acero inoxidable. Ciertamente no es algo en lo que esté interesado. Así es como se mantiene un ladrón de veintisiete años.

Se pregunta cómo es que a Frank y a la niña a la que puso Danger se pueden llevar tan bien en un lugar así. Sin dejar por fuera el que Kellin, Vic y Ray también forman parte de su pequeño grupo. Puede ver a Matt y a Oliver estar distantes siempre, al igual que Peter, Andrew, Amy y Frances, más nunca se separan de su acompañante ni se meten con los demás. Sólo están ahí, para lo que sean necesarios.

Desde que Dallon y Hayley murieron, Brendon y Lindsey también se han mostrado distantes, la pelinegra está comenzando a tomarlo con calma e interactúa con ellos de vez en cuando, incluso le sonríe a Danger siempre que puede, mientras que Brendon es todo lo contrario. Debe ser duro ser el único punto dorado en un tablero con nombres, ¿cierto?

Patético. Ya ni la muerte se respeta, lo cabrea de sobremanera.

—Nuevo plan —por sobre la mesa, Billie extiende un mapa. El grupo restante de dieciocho personas rodea la mesa—. Tenemos que robar otro número, pero ahora hay un tiempo límite de hora y media, tenemos que organizarnos en ese lapso.

— ¿Te refieres a hacer lo que debimos hacer en las otras dos misiones? —Rafael alza su ceja. Billie titubea, luce avergonzado de asentir.

— ¿Quiere decir que Dallon y Hayley murieron en vano? ¿El juego en realidad no ha empezado? —el enojo brota del tono de Peter. El pelirrojo observa cómo tiembla la mandíbula de Brendon, tiene su vista inyectada en sangre y además está perdida. Él está perdido.

—No sabía que-

La banca de metal rechina, dejando a Brendon pararse toscamente e ir a impactar sus nudillos en la mandíbula de Billie. De la pared más cercana, el trigueño rodea el cuello del pelinegro con sus manos. Billie forcejea por aire, pero a pesar de los intentos de los demás por alejarlo de Brendon, todos son fallidos.

— ¡Tú eres el jodido líder de ésta mierda! ¡Tú lo deberías saber todo! ¡A ti te eligieron para no dejarnos morir, y mi mejor amigo murió por tu jodida culpa!

Entre Oliver, Matt y Tré consiguen hacer que Brendon deje de ahorcar a Billie. El desteñido no mueve un músculo, sin embargo, observa furtivamente en dirección a Frank a un lado de Danger. La castaña de rizos se apega disimuladamente al brazo del tatuado, ambos con la mirada perdida en el metal de la mesa, Mikey a su lado no está diferente.

stealers game › frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora