XXIV

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                              Parte 1


                  Soltando un suspiro se sienta en la mesa de centro, restriega su rostro y espera a que una inquieta Danger le tienda la taza de café que le ofreció al entrar al lugar. Will le dice algo al oído que no alcanza a escuchar, y ella asiente viéndolo subir luego. Gerard no le presta atención, pero desde que llegaron Danger no ha dejado de moverse de un lado a otro. No sabe cómo es que hasta hace un momento Will seguía a su lado. En medio de su arqueadas frente al inodoro podía escuchar la voz de la castaña queriendo hablarle a Frank, pero al parecer el tatuado estaba lo suficiente enojado como para quererle hablar a quien sea. Es una dicha que sólo sean ellos cuatro ahí, puesto a que el resto sí se quedó a disfrutar del resto de la fiesta y regresarían para la mañana. Probablemente Frank está molesto porque Danger lo arrastró fuera de ahí, y por su culpa, porque de él no haberse salido de sus casillas Frank seguiría en la fiesta, hablando o haciendo cualquier otra cosa con aquél tipo del que Gerard nunca quitó la vista.

Todo continúa borroso, escalofriante y mareante, el dolor en el estómago está disipándose y sólo espera a que el de la cabeza también pase de igual forma. Sólo se preocupó en desabotonar su saco y los primeros botones de su camisa, le bastó con hacer la corbata a un lado y el cabello hacia atrás. Lo que sea que le impidiese vomitar; lo hacía a un lado. Ahora desea quitarse todo y lanzarse bajo las sábanas, pero presiente que será lo menos que Danger le dejará hacer. Eso, si continúa guiándose por su mirada asesina.

Toma la taza que le tiende la menor y agradeciéndole, se centra en el contenido de ésta tras masajear su sien. Gesto que no sirve de nada, porque Danger golpea el costado de su cabeza haciéndolo a un lado, y por ende; obstruyendo su segundo de paz. El costado donde la chica golpeó no tarda en dolerle, y la cabeza en general tampoco tarda en arderle. Instintivamente todo se nubla para establecerse de nuevo y el cabreo se instala de inmediato en su semblante.

— ¿Cómo te sientes? —pregunta Danger.

Gerard jadea, la pregunta le desconcierta. ¡¿Acaso no ve que está prácticamente muriendo, la puta madre?!

—Bastante bien, gracias por preguntar, ¿qué hay de ti, Dang? —enfatiza cada palabra con sarcasmo, porque no cree poder desbordar otra cosa a partir del dolor que escudriña su cabeza. Danger suspira, recostándose de la mesa, cruzándose de brazos y rodando los ojos. Esta niña es todo un personaje— ¿Por qué mierda hiciste eso?

—Porque te lo mereces.  

El mayor bufa, logrando calmarse para tomar de su café, pero todo continúa igual, y no le sorprendería que en cualquier momento las arqueadas regresaran. Está vuelto mierda, como si el arca de Noé le hubiese pasado por encima y luego los animales se hubiesen regresado para asegurarse de que estuviese realmente vuelto mierda. Pero quizás sí lo tenga merecido; él no debió beber demás. No debió arruinar la única noche que tuvieron fuera. La única noche en la que la rutina no les impediría olvidarse un poco de todo. Danger lo necesitaba, Frank más que todo, despejarse de su entorno y concentrarse en algo más que no fuese lo que le atormenta día a día.

Y él lo arruinó. Porque no pudo controlar sus arranques de idiotez.

Rato después, sólo quiere preguntar por Frank. Quiere preguntar por él porque ciertamente le preocupa y le da curiosidad, y porque el café no está haciendo efecto en sacar las secuelas del alcohol fuera de él.

 — ¿Dónde está Frank? —pregunta en medio del sermón que Danger le da. No la escucha porque, no sólo su acento se le dificulta, sino porque no tolera su migraña. Sin embargo, gira para ver a una lacia castaña lucir tan cabreada que bien podría golpearlo de nuevo. Pero incrusta sus uñas en sus brazos, lo cual le indica que se está resistiendo y lo cual le hace agradecer internamente.

stealers game › frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora