Epílogo

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             El sonido constante de la pluma dando contra la guantera es algo que se dijo que podía tolerar, pero ver que la castaña no hace más que aumentar su ritmo lo lleva a respirar pesadamente y con la mano detiene sus movimientos, dándole una mirada severa que ella regresa.

— ¿Te dicho que eres patético? —le pregunta arrugando la cara. Él aleja la mano con indiferencia y retoma su postura en el asiento.

—Lo has hecho.

—Me das asco —intenta de nuevo.

—No me importa.

— ¿Cuándo vamos a bajar?

—No vamos a bajar.

Ana jadea, incrédula.

— ¡No puedo creer que estés haciendo esto!

El mayor rueda los ojos.

—Estás exagerando. Todo estaba bien antes de que supieras.

— ¿Quieres decir que yo no tenía que saberlo?

—Cree lo que quieras. ¿Tienes idea de todo lo que pasaría si nosotros aparecemos de nuevo así nada más? No me hagas reír.

— ¡¿Qué pasaría?! —sube los pies al asiento, queriendo que el hombre le preste atención— ¿Podríamos obtener otra oportunidad? ¿Remediar algo? ¿Tener a Frank de vuelta? ¡¿Tener a tu hija de vuelta?! ¡Sí, eso es lo que podría pasar, si dejaras de ser un imbécil y movieras el culo fuera del auto!

— ¿Puedes parar? —Gerard bufa— Estás causándome una maldita migraña. Tienes que entender que no es jodidamente fácil, Ana. Ellos tienen una vida hecha lejos de nosotros, han pasado seis malditos años.

—Sí, seis malditos años en los que has sabido su ubicación, ¡y nunca te molestaste en hacérmelo saber!

—Mierda —el mayor restriega su rostro con exasperación—, ¡que yo supe hace poco también! ¿Te cuesta oír ahora?

— ¿Piensas que tengo quince años para que me pases por encima? —la rizada entrecierra los ojos. El pelirrojo presiona las manos contra el volante, tan fuerte que sus nudillos empalidecen.

—Nadie se va a bajar de este auto, punto.

A regañadientes la menor busca la forma de salir, siendo apresada por Gerard quien logra ser más rápido. La mira con la misma rabia que ella le transmite. Cuando ambos han infringido la fuerza suficiente en ambos como para causarse daños, se sueltan, jadeantes y aun con el enojo a flor de piel.
Realmente, si antes les costaba llevarse estando bajo el mismo techo o compartiendo un mismo espacio, justo ahora es peor.

—Ni siquiera a los quince años podías conmigo —masculla Ana, frunciendo los labios.

Gerard la ignora.

—Ellos están bien creyendo que nosotros estamos muertos, Danger.

— ¿Tú cómo sabes eso? ¿Los has estado espiando también sin decirnos acaso? —se ríe sarcástica— Te creo capaz.

—A los quince eras menos insoportable.

—Vuélveme a llamar Danger y te juro que a la noche convenzo a Ray de castrarte la polla. Ha estado metido en esos documentales de canibalismo últimamente, no será difícil.

— ¡Bien! —grita exasperado, logrando sobresaltarla— Entonces dime, tú que lo sabes y tienes la respuesta a todo, ¿qué se supone que le vas a decir a Frank cuando lo tengas en frente? —se gira a ella— "Oh, Frankie, ¿recuerdas la vez que me caí de un tren y todos creyeron que morí? ¡Pues fue mentira! ¡Todo fue un engaño! ¿Podemos hacer como que nada pasó y volver a ser los mejores amigos?" —imita su acento marcado con un tono agudo que Ana observa con ironía. Gerard vuelve a bufar— Eres muy estúpida.

stealers game › frerardTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang