XXV

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                                                                                   Parte 2



                 El licor se disipó un poco, no demasiado. Continúa poseyendo lo suficiente como para echarle la culpa de sus acciones. Puede exagerar si desea, seguir disfrazándose de alcohólico dolido, porque por primera vez ese papel le luce de maravilla. Frank no tiene por qué saberlo. Su mano empuña el pomo que abre la puerta del tatuado, pero quizás lo correcto sea tocar en lugar de irrumpir sólo así. Lo imagina sentado o acostado en su cama, intentando pasar todo ese enojo que él le provocó, alejando los pensamientos sobre posibilidades y reteniéndose tras profundas respiraciones. Pero Frank no es de los que pasan enojos fácilmente, así que se lo imagina sentado al borde la cama con la mandíbula presionada y recreando cientos de escenarios en donde ambos se enfrentan, tienen una discusión y, como pertenece a su subconsciente; sería él quien ganara, porque diría algo que lo callaría y entonces Frank se iría, dejándolo vagando como ha hecho antes.

Detesta que se pase de listo en ocasiones, consigue cerrarle la boca y es algo que muchos no logran porque él no lo permite. Pero sus defensas bajaron, miró un poco más allá. Terminó gustándole. También intentó acabar con lo que sea que tuviesen otras tantas veces, y no es un secreto que todos fueron intentos fallidos. Siempre encuentra la forma de regresar a él, como si con la sola presencia lo estuviese llamando.

A pesar de que Frank nunca lo buscó. Y tampoco necesita hacerlo.

Frank se dejó pisotear lo suficiente, y ahora él sólo llega queriéndolo de nuevo. Es justo que esté enojado. Desliza la mano por la superficie de la puerta antes de tocar, y espera unos segundos apoyado del marco hasta que la puerta se abre.

—Dang, voy a estar-

Frank detiene sus palabras al ver al pelirrojo tendido frente a su puerta, paralizándose cuando hacen contacto visual. Ni siquiera le pregunta qué está haciendo ahí o qué es lo que quiere, va a cerrarle la puerta en la cara. Gerard es más rápido e intenta abrirse paso por la ranura alegando que necesita hablar con él, pero es claro que el avellana no quiere verlo. El próximo par de segundos se basan en Frank pidiéndole que salga de la habitación con esa paciencia fingida, y en Gerard negándose a poner un pie fuera de ahí. Hace a sus párpados pesar y a sus palabras arrastrarse de vez en cuando, dando la impresión de que continúa demasiado ebrio. El hedor a licor también persiste, y con más razón el menor le insiste en que se vaya. Camina con pasos pesados hasta la puerta para abrirla por el ojiverde, quizás para pedirle calmadamente que se vaya de nuevo, o para tomarlo del brazo y sacarlo de una patada, pero en cuanto Frank abre la puerta, la mano de Gerard la cierra de un solo golpe que resuena por todo el lugar.

El tatuado se petrifica. El nudo en la garganta se le empieza a formar y el pulso a acelerar. Siente la pesada respiración del teñido a sus espaldas, y cómo sin quitar la mano de la puerta se acerca más hacia él para pegar su pecho a su espalda. Se estremece cuando Gerard roza la punta de su nariz contra su cuello, dejándolo aprisionado entre él y la puerta. El aliento le huye al sentir cómo el mayor esparce besos sobre sus tatuajes y luego le susurra:

—Déjame quedarme.

Frank presiona la mandíbula.

—No... —su voz tiembla— No te quiero aquí.

—Por favor...

Gerard besa y lame suavemente su cuello, mientras que su mano libre va a rodear la cintura del menor. Frank jadea antes de reaccionar. De un empujón hace a Way dar traspiés y lo encara, permitiéndole al ojiverde verlo con lágrimas acumuladas. Y es que la ira lo invade tan rápido, que lo único que le pasa por la mente es golpearlo. Gerard lo evita al verlo tomar impulso, lastimándole las muñecas cuando el castaño forcejea ante su agarre. Pero no sabe quién lastima más a quién, porque las muñecas tatuadas arden, pero el pecho del mayor se retuerce al ver a una persona que consideraba casi indestructible, quebrarse justo frente a él.

stealers game › frerardWhere stories live. Discover now