6.

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Durante las siguientes semanas Harry no volvió a acercarse a Malfoy, aunque de vez en cuando le regalaba sonrisas discretas cuando se encontraban por los pasillos y ninguno de los demás alumnos se daban cuenta. Por supuesto que Malfoy no podía pedir mucho más, pues sabía lo mucho que sus amigos detestaban a Potter y lo muy extraño que sería para toda la escuela que una serpiente y un león tuvieran una amistad.

Una mañana durante el desayuno Malfoy y Zabini se encontraban lo suficientemente cerca de la mesa de los Gryffindor como para escuchar una extraña conversación que Potter mantenía con sus amigos.

—Hermione, ¿cuántas veces en nuestra vida veremos a un dragón saliendo de su huevo? —preguntó Ronald a la chica de cabellos alborotados.

—Tenemos clases, nos vamos a meter en líos y no vamos a poder hacer nada cuando alguien descubra lo que Hagrid está haciendo...

Blaise quién no se había perdido ni una sola palabra de aquella frase sonrió hacia Draco quién ya había volteado a mirar a Harry.

Notó cómo el pelinegro le dedicaba una mirada de pánico mientras hacía un gesto a sus amigos para guardar silencio al notar la presencia de las serpientes.

Draco miró a su amigo quien ya se dirigía a la mesa de Slytherin con una sonrisa radiante y antes de seguirlo dedicó a Potter una expresión que le indicaba que él se haría cargo, que no debía preocuparse.

Las siguientes semanas fueron una real tortura para los tres Gryffindors, Ron insistía en que Malfoy los delataría, Hermione por primera vez se puso de acuerdo con Ronald y lo apoyó, pero Harry, aunque no decía nada, estaba seguro de que no ocurriría, confió en que Draco lograría hacer que Blaise guardara silencio.

—Escuché que Weasley está en la enfermería —dijo Pansy con voz burlona a la hora del almuerzo—. Al parecer algo lo ha mordido.

Blaise que había guardado silencio en cuanto a tema del dragón, sólo por que Malfoy había insistido en que era mejor guardarse aquel dato para usarlo mejor contra los leones, le sonrió a su rubio amigo con malicia y Draco, a pesar de todo, también sonrió, Weasley no le caía nada bien y menos después de la pelea que habían tenido durante el partido de quidditch.

El moreno se acercó a Malfoy para que nadie más los escuchara.

—Deberíamos pasar a saludar nuestro amigo.

Draco rio por lo bajo y asintió, ir a burlarse de Weasley sería divertido después de todo.

En cuanto tuvieron una hora libre tanto Draco como Blaise se dirigieron a la enfermería donde seguramente aún se encontraría el pelirrojo, habían pensado en una excusa perfecta para que los dejaran pasar a verlo sin problemas.

Malfoy, que era bastante bueno mintiendo, se acercó a la enfermera y con el tono de voz más educado y a la vez inocente que tenía dijo:

—Buenas tardes señora Pomfrey, Weasley se encuentra aquí ¿verdad?

—Así es, cariño, pero ahora no creo que sea buena idea que reciba visitas.

—Será rápido, necesito que me preste su libro de pociones hay algo que no entendí del todo y él me dijo que podía pedirle prestado sus apuntes si quería.

La mujer pareció dudarlo un instante pero finalmente dejó pasar a los dos Slytherin y salió de la enfermería no sin antes aclarar que volvería rápidamente.

—Pero si es nuestro amigo Ronald —dijo Blaise acercándose a la camilla y golpeando la mano vendada de pelirrojo—. Merlín, ese dragón debe tener los dientes bastante grandes.

Ronald los miró con bastante odio mientras su rostro se ponía colorado de enojo.

—¿Te duele Weasley? —se burló Draco tocando la mano lastimada sin nada de cuidado—. Apuesto que mueres porque llamen a tu madre pero no lo haces porque sabes que no tendrían para pagarle a un médico decente.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora