13.

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Harry había escrito a Malfoy aquella misma noche después de que se fuera con sus amigos en busca de ayuda para el imbécil de Ronald que se había hechizado a sí mismo, le exigía una disculpa para su amiga, quién al parecer estaba bastante afectada por la forma en la que él se había referido a ella, por primera vez, Draco sintió la furia de Harry a través de las palabras de la libreta, furia combinada con decepción, porque Harry se había negado a creer que su nuevo amigo, serpiente como todos decían, era un egoísta, cretino y cruel.

Por supuesto que el orgullo Malfoy no había dejado que el rubio cediera a eso, ¡Él también había sido insultado! Por la comadreja y por la dientes de castor y sin embargo dudaba que Potter les estuviera exigiendo a sus amigos que se disculparan con él, porque claro, Granger y sus sentimientos eran más importantes que él, el príncipe de Slytherin.

Bufó con fastidio y cerró con la libreta cuando la revisó como todos los días, esperaba que dándole tiempo a Potter este rectificara y se disculpara con él pero nada de eso había pasado. Se encontraba en la mesa de las serpientes en medio de la gran celebración de Halloween a la que Potter y sus súbditos no habían asistido y él no podía sentirse más tonto por estar esperando al pelinegro en vez de disfrutar con sus amigos de los muchos dulces que ofrecía el banquete.
—No pareces contento —Dijo Blaise extendiéndole una manzana de caramelo.

—Por supuesto que no, esto es aburrido —Contestó el rubio tratando de que no se notaran sus verdaderas intenciones. —Y Granger ni si quiera está cerca para molestarla. —El nuevo deporte favorito de Malfoy constaba en molestar a todas las personas que parecieran interesadas en Harry, aunque Granger era su blanco predilecto.

—Longbottom se encuentra por ahí —Señaló Zabini al otro extremo del salón. —Podemos pegarle las piernas al piso de nuevo.

—No, eso ya no es divertido —Refunfuñó el chico.

—¿De qué hablan? —Preguntó Pansy dejando su conversación con Vincent y recostando su cabeza sobre Draco.

Zabini suspiró y alejó la cabeza de la chica de su amigo.
—No seas tan pegadiza Pans... —Le recriminó el moreno. —Sabes que Draco odia ese tipo de acercamientos.

La pelinegra se separó del cuerpo del rubio con algo de fastidio e intentando cambiar el tema preguntó:

—¿Qué tal los entrenamientos? He oído del capitán que lo estás haciendo bastante bien.

—Por supuesto que lo estoy haciendo bien —Contestó Malfoy rindiéndose y tratando de disfrutar de la cena. —Estoy seguro que Slytherin volverá a llevarse la copa.

Pasó el resto de la noche charlando con sus amigos y lanzado maldiciones discretas a Creevey y Longbottom, Draco también hubiera querido lanzar una maldición a Ginny pero no la veía por ningún lado, por lo que tuvo que conformarse con molestar a otros chicos de primer año de Ravenclaw y Hufflepuff.

Al término de la fiesta salió con sus amigos riendo a carcajadas, había sido una noche llena de diversión (al menos para ellos, pues dudaba que sus víctimas se sintieran contentas) y caminaron junto al resto de los estudiantes dispuestos a llegar a su sala común.

De repente el resto de los alumnos se detuvieron y Draco fastidiado al ver que no avanzaban se abrió paso entre todos con sus amigos siguiéndolo de cerca.
Lo primero que pudo distinguir fue a la señora Norris colgada sobre la pared en donde con enormes letras con sangre estaba escrita la frase:

La cámara de los secretos ha sido abierta, enemigos del heredero temed.

Draco miró que en el centro de todo aquello se encontraban Potter y sus amigos, Granger sujetaba la mano de Harry con fuerza y aquello fue suficiente para sacarlo de sus casillas, oh, claro que la sangre le hervía, a Potter le había importado un reverendo pepino que él lo hubiese estado esperando, a Potter le había importado nada que él se preocupara pro aquella amistad.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora