26.

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—Draco... ¿Estás enamorado de Parkinson? —Preguntó Harry con timidez y sin apartar la mirada de su ensayo de Historia de la Magia.

El rubio se quedó quieto, dejó de escribir lo que sea que estuviera escribiendo en su pergamino y levantó la cabeza lentamente, Harry no le miraba, pero tampoco parecía estar realmente concentrado en su tarea.

La verdad es que Malfoy jamás se lo había preguntado, aunque sabía que seguramente la respuesta era no, aun así hizo un ademán meditativo y regresó su vista a su libro de transformaciones.

—¿Me llamaste Draco? —Preguntó divertido. Harry bufó con fastidio.

—Malfoy... —Se corrigió, la verdad es que le parecía estúpido tener que llamarlo por su apellido y definitivamente detestaba que el rubio, ni una vez, desde se habían hecho amigo hacía tres años, le hubiese llamado por su nombre de pila. Ni una.

—Mmm... —Pronunció el rubio, no muy convencido de cómo le había hablado.

—Malfoy, su majestad —Volvió a corregirse Harry rodando los ojos. —¿Vas a contestarme o no?

Draco soltó una carcajada, le encantaba hacer desatinar al pelinegro, ya fuera frente a todo el mundo o en privado y ahora, que tenían muchísima confianza entre los dos, no se limitaba demasiado, aunque tampoco era cruel.

—¿Sabes lo que es el amor? —Le preguntó en respuesta.

—Pues por supuesto —Respondió el pelinegro levantando el rostro y mostrando una expresión orgullosa. Draco alzó una ceja, animándolo a seguir hablando. —Es cuando ves a alguien y sientes que vas a vomitar.

El ojigris soltó una carcajada, fue demasiado fuerte, tanto que por un momento, ambos chicos temieron haber llamado la atención de Filch o Peeves.
—Es obvio que eres un experto —Se burló.

Harry dejó su tarea a un lado y se cruzó de brazos con el ceño fruncido.
—Eres bastante bueno para burlarte. Quiero oír tu definición de amor —Le retó el pelinegro.

Draco lo miró atentamente, el rostro de Harry estaba rojo por la vergüenza, su cabello negro y desarreglado se arremolinaba por toda su cabeza, sus ojos verdes y brillantes le desafiaban y miraban con una mezcla de enfado y pena.

No era que Draco Malfoy, a sus trece años, no se hubiera preguntado que era el amor, pero la verdad es que no le había dado tanta importancia. Sabía que amaba a sus padres y quería muchísimo a sus amigos, pero sabía que el tipo de amor por el que Harry preguntaba no se acercaba ni por poco a lo que él concebía por amor, así que sonriendo y aun mirando aquellos ojos verdes y brillantes se encogió de hombros.

—No lo sé.

Harry que, hasta ese momento, se había mantenido serio y rígido pronto se relajó y puso ambos brazos a su costado, miró a Draco como si estuviera viéndolo en su lecho de muerte y suspiró, rindiéndose.

—¿Por qué pareces tan decepcionado? —La preguntó su amigo.

Harry desvió la mirada nuevamente a su trabajo.

—Esperaba que pudieras ayudarme —Dijo con sinceridad.

—¿Estás enamorado de alguien? —Preguntó el rubio, de pronto más interesado en aquella conversación.

—Sí, no, no lo sé.

—¿Es la Weasley?

—¿Qué? No...

—Entonces es Creevey.

—No, no es Colin. Aunque la semana pasada se me declaró.

Draco soltó un jadeo de sorpresa.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now