53.

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Draco fue despertado por el golpe en la puerta, se encontraba totalmente desnudo y con el cuerpo molido a golpes y maldiciones, habían pasado ya unas tres horas desde que Greyback había terminado de utilizarlo, el hombre lobo estaba especialmente enojado porque el lord se había marchado sin darle la oportunidad de comunicarle que su tarea de encontrar mestizos e hijos de muggles en los bosques estaba dando frutos reales, esperaba que con eso Voldemort lo tomara un poco más en serio, que lo dejara estar en sus filas como un elemento valioso.

Por supuesto que Malfoy había sabido lo que sucedería en cuanto le había comunicado a Fenrir que Voldemort se había marchado y que no volvería hasta después, se preparó mentalmente para aquello e incluso, dio bastante batalla, no había en la mansión nadie aparte de ellos dos, los mortífagos muy rara vez permanecían en Malfoy Manor si el lord no los convocaba y sus padres junto con su tía Bellatrix habían salido en una misión de la cual regresarían pronto.

Lanzó maldiciones una tras otra, pero estaba débil, no había comido en una semana, castigo de parte del lord por haberse rehusado a asesinar a una niña muggle de solo cinco años. Finalmente fue sometido por el hombre lobo quién no perdió el tiempo, se lo hizo rudo y sin preparación, fue doloroso e inquietante, estaba agradecido de haber perdido el conocimiento a la mitad a causa del cansancio y el hambre.

La puerta volvió a sonar haciéndolo sentir un terrible dolor de cabeza.

—¿Draco? —Dijo la voz de Narcissa del otro lado de la puerta, sonaba ansiosa, como si algo hubiese pasado en aquel momento, algo importante.

—Un momento... —Dijo con voz cansada.

Haciendo un esfuerzo sobre humano se puso de pie, no podía permitir que su madre le viera en esas circunstancias. Miró su cuerpo, sus piernas estaban manchadas de sangre y su torso tenía bastantes rasguños.

No tenía fuerza mágica ni física para curarse a sí mismo, así que simplemente se limpió, acomodó su ya bastante largo cabello rubio y con un movimiento de varita que le costó más de lo que creyó, se vistió nuevamente con una túnica negra que ya portaba el broche que Harry le había regalado y el giratiempo escondido en uno de los bolsillos internos.

Abrió la puerta con mucho cuidado, del otro lado, Narcissa miraba a su hijo con una chispa que hacía mucho tiempo no veía en sus azules ojos, esperanza.

—Fenrir ha venido acompañado de unos jovencitos, afirma que uno de ellos es Harry Potter —Habló en voz baja, muy, muy baja. —Tienes que bajar para identificarlos, prepararé tus cosas, esta noche te marchas de Malfoy Manor.

El corazón de Draco latía con fuerza, era como volver a la vida después de mucho tiempo, era como despertar de una terrible pesadilla. ¿Cuánto tiempo había permanecido en las sombras? No lo sabía, ya no importaba, ahora tenía una oportunidad.

—Pero... ¿y tú? —Dijo con voz temblorosa. —Tienes que venir con nosotros...

—Mi deber es quedarme junto a tu padre, Draco.

—No, no es cierto... Ya no, mamá, por favor... No voy a ir a ninguna parte sin ti.

—Escucha Dragón, ya sufriste demasiado por mí —Narcissa tocó el dedo anular de su mano derecha, aquel que le había crecido después de que se lo cortaran con todo y el anillo que la identificaba como la señora de la casa. —Has estado aquí encerrado porque intentaste protegerme y como tu madre ese era mi trabajo.

—No voy a ir a ninguna parte sin ti —Sentenció. —Tu no necesitas seguir junto a Lucius, él no va a protegerte como yo, madre, él no va...

—Yo le amo, Dragón y no voy a abandonarlo aquí.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now