24.

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Draco se encontraba en la Mansión Malfoy viendo pasar a los elfos domésticos de un lado a otro mientras terminaban de arreglar los últimos detalles de la cena de navidad, se encontraba sentado en el último escalón de la gran escalera que daba al segundo piso mientras sujetaba entre sus blancas manos un catálogo de artículos de quidditch.

Narssisa apreció por una de las puertas y comenzó a darle órdenes a los elfos con voz tranquila, aquella noche recibirían a los Nott, los Zabini, los Parkinson, los Crabbe y los Goyle, y claro, Narssisa como buena anfitriona quería que todo saliera perfecto.
—No, más alto, vamos, los Goyle no pasarán por ahí sin tocarlo con la cabeza, son enormes, más arriba. —Decía la mujer.

Draco miraba una y otra vez en el catálogo los guantes que había comprado para Harry, eran para jugadores profesionales, se ajustaban mágicamente a la mano y reforzaban el agarre a la escoba, te protegían del frio en inverno y del sudor en las manos en verano, y Draco, por supuesto, los había encargado con los colores de Gryffindor y con las iniciales de Potter bordados con hilo de oro.
Había incluido en su regalo, además una gran colección de dulces franceses y un libro llamado "Elaboración de pociones para inútiles" que esperaba que le hiciera gracia. Dentro del libro incluyó una tarjeta de navidad con un emotivo mensaje que rezaba.

Mis mejores deseos, no mueras a manos de los Dementores, sigue practicando tu patronus.

—Draco, hijo ¿Tienes todos tus regalos listos? Espero que hayas preparado algo especial para Pansy porque yo eduqué a mi hijo para que sea un caballero y...

—Lo hice, madre. —Aclaró. —Siempre le regalo buenas cosas, sea o no mi novia.

Su madre sonrió con ternura.
—Sigo creyendo que son muy jóvenes, pero me alegra de que ella sea tu primer amor, es una buena niña.

—¿Amor? —Preguntó Draco, porque él no estaba seguro de sentir amor por Pansy, al menos no esa clase de amor.

—Olvídalo, dragón, ahora ve a ponerte la túnica que elegiste para la cena.

Draco subió sin decir nada más, pero la verdad era que su cabeza estaba hecho un lio, había escuchar a los adultos hablar de amor en más de una ocasión, pero él jamás había podido comprenderlo del todo.
Había escuchado decir a Pansy que lo amaba cuando le había pedido que fuera su novio y aquellas palabras le fueron tan indiferentes que no se había detenido a analizarlas, pero también se preguntaba si Pans realmente sabría lo que aquello significaba, no estaba muy seguro, casi podía apostar que la chica sólo había seguido los ejemplos de aquellos libros de princesas y caballeros que le gustaba tanto leer.

Pero si Draco no sabía lo que era el amor ¿Por qué de repente asociaba esa palabra con cierto chico de cabellos rebeldes y negros?

Bajó las escaleras vistiendo su elegante túnica color verde esmeralda, su rubio cabello estaba bien arreglado, de manera juvenil, sutil y elegante.
Sus amigos ya se encontraban en la sala y al mirarlo acudieron a él para comenzar con sus charlas de críos.

Se quedaron en uno de los mullidos y blancos sillones de los junto a la chimenea mientras Draco hacía nuevamente la mejor imitación de Harry desmayándose ante los dementores y sus amigos reían, no parecían cansados de aquella broma y Draco dudaba que se cansaran alguna vez de ello.

Blaise se encontraba junto al rubio y mantenía su brazo sobre su hombro, Draco, inconscientemente se había recargado sobre su pecho y Pansy se encontraba recostada sobre él. Vincent y Gregory se encontraban en otro sillón frente a ellos.
—En serio muero por callarle la boca a los Gryffindor —Expresó Blaise. —No se cansan de presumir que van a ganar la copa, ni con la derrota que tuvieron contra Hufflepuff cerraron la boca.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorOnde as histórias ganham vida. Descobre agora