49.

29.5K 4.4K 4.8K
                                    

Las cosas se estaban jodiendo, eso Draco ya lo sabía, las cosas se estaban saliendo de su control y poco a poco iba perdiendo la calma que Snape le había enseñado mantener. Se sentía solo, desdichado y completamente enfermo, vomitaba cada dos por tres y no se podía permitir tomar una comida decente sin terminar con unas nauseas terribles.

La situación poco a poco iba sobrepasándolo, recibía cartas sin firmar asegurándole que su pobre madre sufriría un castigo esa noche si seguían sin noticias sobre algún avance que demostrara que se estaba tomando en serio su papel como servidor del Lord y aquello lo estaba volviendo loco, literalmente, escuchaba pasos cerca de él y nunca había nadie cerca, sentía una presencia agobiándolo, observándolo y juzgando sus acciones.

No podía más, eso era claro, llevaba todo el año escolar convenciéndose de que estaba a la altura, que podía mantener la fachada, que era fuerte que no se iba a dejar vencer, pero poco a poco sus fuerzas fueron menguando hasta convertirlo en la sombra de lo que era el verdadero Draco Malfoy, orgulloso, petulante, fuerte y poderoso, ahora no era más que un manojo de nervios y saladas lágrimas, lágrimas que ya ni si quiera se molestaba en limpiar de su grisáceo y demacrado rostro.

No tenía a nadie, su madre estaba a miles de kilómetros bajo el yugo de Voldemort, su padre estaba en Azkaban, preso de sus propios errores, Pansy y Blaise, aquellos que fueran sus mejores amigos desde que tenía memoria lo repudiaban y lo evitaban, culpa suya, debía admitir, Dumbledore le había ordenado a Severus darle su espacio y Harry Potter, su primer amor, lo tenía en el peor de los conceptos y lo odiaba casi tanto como se odiaba a sí mismo.

Por eso, cuando Myrtle la llorona lo encontró llorando dentro del baño abandonado del sexto piso y le ofreció su amistad, éste la aceptó sin dudar. La fantasma resultó ser una gran compañía, era amable, linda y una gran oyente, siempre dejaba que Draco se desahogara (aún si siempre se quejaba de lo mismo), luego le daba unas palmaditas de manera amistosa y cariñosa en la cabeza y finalmente se ponía frente a él y le decía lo guapo que se vería si dejaba de llorar, lo que siempre hacía reír a Draco, como si fuese un niño pequeño.

—Has sido muy fuerte por casi dos años, Draco —Le decía ella, flotando frente a él. —Está bien si no eres fuerte ahora, porque así después vas a levantarte mucho más poderoso que antes.

Aquello era algo que ella siempre decía para hacerlo sentir mejor y aunque Malfoy se sentía muy lejos de sentirse "más poderoso que antes", aceptaba esas palabras con un asentimiento y una mirada seria.

Sus calificaciones había bajado, muchísimo, toda su atención estaba en las amenazas escritas de Voldemort y en reparar el armario evanescente, el cual poco a poco y a base de muchas noches sin dormir estaba siendo reparado. Draco ponía todo su carazón y su esperanza en que aquella cosa pronto funcionara, porque si lo lograba, le iba a importar una mierda el mundo mágico, iba a tomar a su madre y se la iba a llevar al mundo muggle donde estaría a salvo en una bella casa de campo protegida por un fidelius y sobre su cadáver alguien le iba a poner una mano encima.

Pero volveré. Se decía cuando recordaba a Harry. Voy a volver por Harry y voy a ayudarle a acabar con ese desgraciado, voy a volver para matar a mi padre por habernos metido en esto y cuando todo acabe, voy a decirle a Harry que lo amo y que lo siento.

Todo aquello mientras lloraba de rabia e impotencia y movía la varita frente al armario, armándolo y desarmándolo, probándolo, rectificando los planos que él mismo había creado del artefacto.

El tiempo pasaba rápido, y mucho más cuando uno estaba demasiado ocupado exigiéndose demasiado. Por eso a Draco no le sorprendió verse a punto de terminar el curso y el armario por fin quedó listo para usarse, lo que fue un gran alivio para él. Ya no importaban las veces que había llorado, ni las veces que había pensado en acabar con la presión aplicándose un obliviate, las cartas del Lord ya no valían nada, porque el armario estaba listo y pronto podría ver a su madre de nuevo y ponerla a salvo.

Draco Malfoy y el príncipe de GryffindorWhere stories live. Discover now