Prólogo

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Era su cumpleaños y todo había sido cuidadosamente preparado para mostrar a Lady Rose Hamilton, hija de Lord Robert Hamilton y Lady Violet Hamilton condes de Arundel,  como una perfecta damita. A sus 10 años ella había bordado con gran esmero las servilletas que estaban finamente dobladas en cada sitio en la mesa ubicada en la salita exterior de la sala de té principal de su madre, la vajilla había sido comprada por su padre especialmente para ese día ella había ensayado hasta el cansancio con su madre, la niñera y su institutriz la forma correcta y elegante de servir el té, los mejores manjares de la cocinera habían sido elegidos para ofrecérselos a sus ilustres invitados pero todo estaba saliendo mal. Al principio pensó que las miradas extrañadas de Lady Elizabeth se debían a que a pesar de ser vecinas nunca habían jugado juntas, Rose pensaba remediarlo invitándola a venir lo más pronto que las buenas costumbres lo permitieran, luego los cuchicheos se hicieron evidentes. Sus invitados comenzaron a mirarla raro y las risitas cómplices fueron demasiado, parecía que se reían de ella. Rose se acercó a su madre ubicada en la sala principal separadas de ellas por las puertas de cristal quien conversaba con las madres,tías y abuelas de sus pequeñas invitadas y le preguntó si si atuendo y peinado estaban en orden y ella le dijo que estaba perfecta, sonriendo a las damas hizo una reverencia y se marchó dispuesta a ser la perfecta anfitriona y hacer nuevas amigas, se dijo que había mal interpretado las cosas,sólo eran los nervios pensó. Al acercarse con los pasitos más cortos y sin hacer el menor ruido como toda una dama! escuchó a Lady Elizabeth quien se encontraba de espaldas a ella y al parecer no la había escuchado llegar decir:
- Su nariz es tan graaande jamás encajará en Londres. No importa que su papá sea un conde.
Rose no entendía muy bien que estaba pasando, estaban hablando de ella? Su papá era un conde pero 3 niñas en esa mesa eran hijas de un conde. Su nariz era grande? Bueno realmente nunca lo había pensado así ella había heredado ese razgo de su padre y hasta ahora nadie le había dicho que eso era algo malo pero porqué? Acaso no todas las personas tenían narices diferentes? No era eso lo normal? Entonces...
- Pobre Lady Violet ella tan hermosa y su hija tan fea.
Al parecer su invitada no había notado aún su presencia y seguía con su crítica a pesar que otras tres niñas miraban con ojos abiertos de par en par a Rose que ahora no tenía dudas que se referían a ella.
-Es igualita a su padre en ese... aspecto, una pena, pobrecita, seguro por eso sus padres no la han mostrado mucho, alguna de ustedes la conocía antes de ésta fiesta?
Nadie contestó. Y eso fue lo que más le dolió. Ella no tenía amigas sus padres no tenían muchos amigos en los alrededores y los que venían tenían hijos varones ya crecidos la mayoría amigos de su hermano que se encontraba en Eton en ese momento, había pedido una fiesta por si cumpleaños una oportunidad para conocer y hacer amistad con sus vecinas más jóvenes y sus padres habían accedido habían invitado a sus vecinos y todos habían aceptado ello pensó que todas tenían intención de entablar amistad con ella.
-Lady Rose se encuentra usted bien?
La voz de Edward el mayordomo la sobresaltó se había quedado parada en la entrada y debía tener mal aspecto pues Edward la miraba con verdadera preocupación. Cuánto había escuchado él de las palabras de Lady Elizabeth?
Mirando alrededor se dio cuenta que todos la estaban mirando su madre desde la esquina del gran salón hasta la propia Lady Elizabeth y compañía en la salón exterior. Sin saber que hacer ante la situación y pensando que decir vio a los caballos y sus jinetes a lo lejos. Sabiendo que su padre venía en el grupo sonrió y exclamó llena de alegría
- Miren ya están de vuelta nuestros padres!
Pensó luego que no había sido su frase más ingeniosa pero la había salvado de tan terrible situación. Edward como buen mayordomo no dijo más y se encaminó a su puesto a la puerta esperando a su señor y sus invitados, Lady Violet se levantó e invitó a pasar al salón principal donde esperarían a los hombres para abrir los regalos y acercándose a Rose encabezaron la marcha. Rose olvidó por un momento las palabras de Lady Elizabeth y se dispuso a disfrutar del cariño de sus padres en lo que quedaba de la fiesta pero no pudo dejar de notar las miradas  que le lanzaban, hasta parecía notar miradas de pena por parte de sus mayores, tan fea era? Como no se había dado cuenta?

Sentada frente al espejo mientras su madre cepillaba su cabello Rose miraba su reflejo por primera vez de un modo crítico. Era cierto su nariz era grande parecía no ir en proporción con los demás elementos en su rostro. Movía su rostro de un lado a otro intentado ver cada ángulo de su nariz, tampoco le parecía para tanto pero qué sabía ella de lo que era considerado bello o hermoso en Londres. Y por qué le importaba tanto si a ellos no les gustaba allá ellos. Rose vivía en el campo y no tenía intención de ir a Londres donde no la quisieran. Mirándose en el espejo se dijo
- No eres fea.
- No, no lo eres. Dijo su madre.
Rose ni se acordaba q su madre estaba junto a ella. A través del espejo cruzaron miradas y le preguntó
-  A que viene eso?
Rose dejó de mirarse y se enfrentó a su madre
- Crees que mi nariz me hace fea? Crees que es importante para las personas de Londres? Tu alguna vez has ido a Londres?
La cara de su madre mostraba sorpresa pero luego con la ternura que la caracterizaba le dijo
- Rose mi niña preciosa tu nariz no es ni más grande ni más pequeña que cualquier otra nariz Hamilton debes estar orgullosa de ella. Las personas de Londres serían unas necias si no te amaran como lo hacemos tu padre, tu hermano y yo. Y sí yo también he ido a Londres allí conocí a tu padre y creo que debes haberte dado cuenta que él tiene una nariz igualita a la tuya.
Eso hizo sonreir a Rose, había que ser ciego para no notar algo así.
- Fue en Londres donde nos conocimos y enamoramos. Tú también irás allí y estoy segura que brillarás y encontraras lo único para lo que importa ir a Londres y sabes que es eso?
Mirándo embelesada a su madre por todo aquello tan bonito que decía Rose negó con la cabeza
- El amor. Tu encontrarás el amor.
Y con eso la pequeña Rose se quedó soñando. Con la idea de brillar en Londres y así encontrar el amor. Un amor igual al de sus padres.

Casi perfectaWhere stories live. Discover now