No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
A medida que el tiempo pasa uno va comprendiendo y aceptando las diferentes circunstancias por las que nos toca pasar; en lo personal soy fiel creyente del destino. Yo pienso que nada pasa si no tiene que pasar y no es que me excuse de los errores que he cometido al fin de todo como dijo una amiga hace mucho tiempo. Los seres humanos somos tan extraños que preferimos aprender de los errores en lugar de valorar los grandes momentos que llegan con personas que amamos. Siempre hay instantes en los que he querido ser solamente yo, pero ha pasado mucho tiempo desde que ya no supe como hacerlo. A las personas les gusta verme triste y saben como conseguirlo, siempre saben cómo herirme. Es como si todos supieran lo que sucedió en mi pasado, eso que me ha marcado tanto desde que tenía doce años dónde todo comenzó a parecer una luna menguante, pues se han ido borrando poco a poco las cosas bellas de la vida. No fue mi culpa que mis padres murieran, eso lo tengo perfectamente claro pero, quizá quienes me señalan si tienen razón y la única responsable de su accidente fui yo. Quizá sí nunca los hubiera llamado para que vinieras por mi, ellos aún estuvieran con vida y tal vez mi forma de ver las cosas sería distinta, es tan doloroso saber que no voy a verlos nunca más, que llevo tantos años extrañandolos como la primera noche y que cargo un bolso vacío donde me hubiese gustado guardar más recuerdos con ellos. No éramos una familia perfecta pero, estoy segura que éramos la mejor de muchas. Desde que murieron la sonrisa se borró de mi rostro y no es hasta que conocí a Sebastian que me he dado cuenta que tengo un nuevo motivo para sonreír porque cuando estoy junto a él me olvido de todo, le trae paz a mi ser y le inyecta calma a mi mente. Cuando estoy con él no hay tiempo para pensar en las cosas malas.
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