No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
Aquel día salí a caminar para poder meditar un poco sobre mi. Llegué hasta el parque donde se volvió tradición decorar con sombrillas y pinturas, desde que estaba en la secundaria me gustaba caminar por las calles del pintoresco pueblo donde crecí y mi recorrido terminaba en el hermoso lago que se situaba después de subir por unas colinas no muy lejanas. Desde arriba la vista era espectacular, para el atardecer los días de luna llena eran maravillosos ya que junto a las luces del pueblo iluminaban por completo todo el lugar. Perdido entre mis pensamientos, pensé que aquello era solo un sueño. Me detuve en seco al observar a lo lejos una silueta muy familiar. Era Lesly ahí tan cerca de mí, tan lejos de casa y encontrarnos en el mismo sitio me pareció increíble y maravilloso. La contemplé por un instante y en cuanto ella me descubrió me acerqué para saludar. Ella estaba perpleja y yo quieto y sorprendido, era el mejor obsequio que el destino me entregaba después de tantos días.
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