No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
Cada momento era aún mejor que el anterior, yo cubierta con los miedos que él no podía domar, aún así me mantuve a su lado por un par de meses; los más bonitos y aquellos que tanto significaron para mí. Sin embargo ocurría algo demasiado extraño; siempre que lo necesitaba él se comportaba distraído y pasaba por alto mis intereses. Al principio no le di tanta importancia, pero con los días fui comprendiendo que aquel hombre maravilloso al que me había entregado en cuerpo y alma era solo una fachada para obtener instantes de placer en cualquier habitación. De un momento a otro comencé a sentirme vacía. Y en lugar de sonreír, aquella tristeza había regresado a mi. Así que por mi bien debía buscar una salida, me lo debía a mi misma por tonta y por ingenua, por buscar amor en unos brazos vacíos y por creer en la dulzura de unas pocas palabras llenas de dolor y de amargura.
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