No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
En cuanto sentí sus tibios labios sobre los míos, fue como si algo dentro de mi se iluminara, fue como sentir que una fuerza interior renacía al compás de aquella boca que se movía lentamente junto a la mía, me quedé quieta disfrutando de lo que un beso lograba causar, hacía ya tanto tiempo que no me sentía igual y no quería perderme ningún detalle. Me sentí contenta de ser correspondida por el hombre al que tanto admiraba últimamente. —Lo siento tengo que volver —le dije a Sebastian en cuanto nuestro beso terminó y es que no supe que más decir o hacer en aquel momento. —Yo... yo lo lamento tanto... No quise... —parecía muy confuso. —Está bien, déjalo así. —Fue lindo besarte —me expresó mientras rascaba su cabeza. Aquel gesto lo hizo verse muy sexi y seductor. —Si que lo fue —le contesté. Y comencé a caminar para volver al parque. —Yo te acompaño —me dijo. Y enseguida nos marchamos del lago.
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