No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
Lesly y su sonrisa no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. Acomodado sobre mi cama miraba hacia el techo y todo me recordaba a ella, no hacía otra cosa más que pensar en aquella hermosa mujer con la que había coincidido sin querer. De pronto entre mis turbios pensamientos apareció Amanda y se robó aquella paz que Lesly me hacía sentir. Aquel terrible día volvió a mi mente como si justo en ese instante estuviera ocurriendo todo aquello que me hizo jurar que no volvería a enamorarme de otra mujer. Habían pasado varios años desde entonces y supe cumplir mi promesa tal como estaba establecido, pero Lesly fue como la piedra que rompió aquel caparazón que ninguna otra logró romper antes, al conocerla sanó una parte en mi interior, al conocerla supe que quería volver a enamorarme. Tenía claro que no había cosa más hermosa que rodearse de amor y de la magia que el mismo desprendía, pero tenía miedo de fallar y por tal razón era mejor acabar con algo que aún no daba inicio.
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