No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
Y de pronto nacieron aquellas ganas de amarla y de bajar el cielo para ella, se lo debía; había sanado mi alma y había reconstruido mi corazón. Su felicidad era la mía y su alegría mi motivo de sonreír. Con cada risa suya llenaba de energía cada pedazo de mi ser. Me había enamorado de Lesly y me gustaba estar a su lado, cada momento con ella era como robarle tiempo al tiempo, así se pasaron los días viviendo aventuras y haciendo locuras, disfrutando de todo y deseando tener más. La cafetería se volvió cómplice de nuestras citas, el parque amigo fiel de nuestros paseos, y su cámara la testigo más honesta de todos nuestro encuentros. Pero nunca di todo lo que pude dar, siempre había miedo encerrado en mi interior y eso dejaba un vacío entre mi amada y yo.
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