No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
El lugar era precioso más que un curso aquello parecían unas ricas vacaciones. Había una enorme laguna casi en la entrada del predio, al fondo estaba el hotel en el que nos íbamos a hospedar, era de dos plantas y tenía forma de L. Un enorme pasillo conectaba con el restaurante y con la piscina. El clima era agradable gracias a los muchos árboles y al extenso jardín que decoraban las instalaciones, los mosquitos eran insoportables, por suerte nos hicimos acompañar de un buen repelente contra insectos. Había muchas hamacas para descansar y en el centro una bonita fuente con agua fresca, las mariposas revoloteaban de flor en flor dándole un toque mágico a aquella hermosa tarde en la que nos incorporabamos para ser parte de aquel bonito ambiente. Adrian y yo nos acomodamos en unas hamacas muy cerca uno del otro, no supe en que momento se quedó dormido y no me quedó más que apreciar aquella singular belleza que habitaba en él.
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