No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
Las lágrimas se desbordaban por mis lagrimales y recorrían mis mejillas, hasta deshacerse sobre aquel suelo cubierto de hojas secas, no tenía claro mi rumbo, pero cualquier lugar era mejor que volver a la cafetería y a los brazos de Sebastian. —Lesly —escuché un poco lejos, pero no me detuve. —Lesly —volví a escuchar con mayor intensidad, pero no me quería detener. De pronto unas manos sostuvieron las mías justo en el momento en que sentí que iba a convertirme en nada. Pasó un instante y cuando logré encajar mis emociones. Andres estaba junto a mi y yo lloraba interminablemente entre sus brazos. No dijo nada, tan solo me abrazó y se mantuvo junto a mi. Más tarde me acompañó hasta mi departamento y le agradecí su presencia en aquel momento tan complicado para mi.
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