No sabía cuan grande era mi capacidad de amar hasta que me enamoré de ella, pero no podía dejar que descubriera mis sentimientos. No estaba preparado para ser el hombre que toda mujer necesita.
De algún modo ya estaba enamorado de la libertad y eso...
Era el primer día del diplomado en fotografía y nuestro instructor nos invitó a dar un paseo por el pueblo y a que pusiéramos en práctica la lección que nos impartió. Sin querer me fui alejando de Adrian y del resto de personas, mi mente se distraía fácilmente pensando en Sebastian, deseaba con todo mi ser verlo por un instante. A lo lejos llamó mi atención el parque de aquel pueblo; habían muchas pinturas de fondo y un sendero repleto de flores preciosas, al observar hacia arriba me encontré con muchos paraguas colgantes que contajiaban de alegría con sus diversos colores. Sin dudarlo comencé a hacer las mejores fotografías que se me ocurrieron, nació tanta inspiración que fui perdiendo la noción del tiempo y el conteo de flasheos que salían de la cámara. De pronto sentí como una mirada intensa quemaba parte de mi, me giré anonadada y con un poco de miedo, temerosa de lo que pudiese encontrar.
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