Capítulo IV - Un nuevo día

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6:00 AM. La alarma resonaba en toda la casa como estruendo de días festivos. La tranquilidad de la mañana se veía ligeramente alterada; los instantes, algo apesadumbrados, más que nada por la simple idea de finiquitar el plácido reposo que encontraría uno al cerrar los ojos durante ocho horas seguidas, y cómodamente acurrucado en el más cálido edredón, en la más suave almohada; pero, sí, nada de eso significaría un impedimento para que aquella joven pudiese despertar, y así como despedir un arduo día de estudios y ayuda social una noche de invierno, ¿por qué no darle la bienvenida a un nuevo día y hacer las cosas que más te apasionan hacer? Sí, aquella joven es Park Jihyo.

— ¡Jihyo, Jihyooooo! ¡Es hora de levantarse!

— Ah... mamá... no ha sonado la alarma aún.

— Puedo darme cuenta que has tenido un muy grato sueño, ¿verdad, hija?

— ...

— ¡No te me vuelvas a dormir, Jihyo! ¡Jihyo!

— ¡Mamá! Ni siquiera son las 6:00 AM. ¡Vamos! Solo 5 minutos más, ¿está bien?

— Sí, tienes mucha razón.

— ¿Sí? ¿Hablas en serio?

— ¡Claro! Ni siquiera son las 6:00 AM... ¡Porque ya son las 6:45 AM! ¡Así que date prisa y alístate pronto que así no llegarás a tiempo a la escuela!

— Espera... ¡¿Qué?! ¡¿6:45 AM?!

Rápidamente Jihyo se dirigió a la ducha. No había mucho tiempo. Su mamá se dedicó a servirle el desayuno (que dicho sea de paso estaba ya listo y esperándola en la mesa del comedor).

— Veamos, veamos... el uniforme lo dejé ahí... la mochila... ¡Ah! ¡Tengo que hacer una pequeña carátula al proyecto de ciencias! Lo hago en el aula.

— ¡Jihyo! El desayuno estará más frío que la nieve si es que...

— ¡Ya lo sé, mamá!

La mamá de Jihyo decidió esperarla sentándose en una de las sillas del comedor que daban con la cocina, y en el momento en que fue a hablarle a Jihyo una vez más, algo la detuvo.

— ¡Mamá! No permitas que el desayuno se enfríe como la nieve.

— Jihyo... ¡¿qué significa esto?!

— ¿De qué me hablas, mamá? Espera hasta que salga de la ducha y pueda vestirme.

— ...

Su mamá asintió afirmativamente a la petición de su hija, mientras que Jihyo pudo interpretar el silencio como un 'sí', mientras se alistaba ya para ir a la escuela.

— A ver, mamá, ¿con qué me deleitarás hoy?

—Hija, antes de eso...

—¡Sí, es cierto! Había algo que tenías que decirme.

—¿Qué significa esto?

—¿Eh?

Lo que su mamá le mostró a Jihyo fue un folleto. Así es, un simple folleto. Sin embargo...

—Jihyo...

—Mamá, es que...

—¿Por qué traes un folleto del albergue? ¿Dónde estuviste ayer?

—Mamá... ya hablamos de este tema, yo-...

—Es verdad, hija, hablamos de este tema. Y por eso dime, ¿en qué habíamos quedado?

—¡Mamá!

—¿Jihyo?

—En que... no iría a ese lugar nunca más, y que debía de concentrarme en mis estudios.

—Así es, hija. Es lo que tu padre y yo queremos y anhelamos con todas las fuerzas de nuestros corazones. El bien será para ti, hija, recuérdalo siempre.

—Mamá, créeme que lo tengo muy presente, sin embargo yo...

—¡'Sin embargo' nada! Te quiero ver estudiando y esforzándote en las materias que tienes en la escuela. Al menos hazlo por tu padre, que...

—Mi papá está tardando mucho ya. ¿Acaso este año nos dijo que volvería a casa luego de su larga jornada laboral?

—...

—¿Mamá?

—S-sí, hija, así es. Quizás nos pueda avisar desde antes ya si es que vuelve a casa.

—¡Genial! Porque en verdad deseo verlo. No es broma cuando digo que ha pasado mucho tiempo desde que regresó. Tiene que tener un arduo trabajo, sin duda.

La mamá de Jihyo solo atinaba a corresponder a las palabras de su hija con sorbos del café que había preparado.

—Bueno, hija, solo quiero que tengas eso en cuenta, ¿está bien? Ahora toma tu desayuno y ve con cuidado a la escuela.

—¡Lo sé, mamá! Aunque déjame preguntarte algo.

La señora tuvo un leve sobresalto.

—D-Dime, hija...

—¿Tú sabes qué trabajo sigue mi papá, verdad?

—Sí, hija, lo sé, y tú también lo sabes muy bien.

—Exactamente.

—¿Y qué tratas de decirme con ello?

— Que así como a él le apasiona ayudar a las personas, y le has permitido irse durante mucho tiempo, también deseo que me comprendas y me permitas seguir ayudando a los que más lo necesitan. ¿Está bien, mamá? Realmente no puedo dejar de hacerlo.

—¿Por qué eres tan terca, eh? ¿Quién te dio ese tipo de educación?

—No me hagas responderte.

—Lo sé, lo sé.

Ambas empezaron a reírse, mirándose una a la otra y compartiendo la taza de café que su mamá había preparado para el desayuno. Las dos perdieron como de costumbre la noción del tiempo. Jihyo degustaba del pan de la mañana, mientras que su mamá fue un momento a la cocina en búsqueda del frasco que contenía el azúcar.

—Hija, ¿qué hora es?

—Pues no lo sé. Ya deberías reparar el reloj que hace meses dejaste caer por accidente.

—¡No me lo hagas recordar!

—Voy a prender la televisión. En los noticieros siempre dan la hora.

—Está bien, hija.

Jihyo tomó el control remoto, se sentó en el sofá con una fuerte dosis de quietud; encendió la televisión, y comenzó a tantear canales y así dar con uno en donde se esté transmitiendo un noticiero. En eso...

—¿Ya encontraste un noticiero?

—Eh... ¡sí! O eso creo.

— Déjame ver. Creo que sí, fíjate la hora.

—¡7:30 PM! ¡Debo irme ya! ¡Debo... ir-...! ¡No... no...!

—¿Qué pasa, hija?

—...

—¿Jihyo?

—No... no puede... ser...

  — Jihyo, ¿estás bien? ¡JIhyo! ¡Jihyooooo! ¡Hija mía, despierta!  

Jihyo sintonizó un canal propio de la ciudad. Justo cuando la hora se mostraba daban lugar a una nueva sección de noticias propias de una nueva media hora de transmisión. El titular decía: "Aprueban demolición del albergue 'Juntos por la esperanza' en una decisión unánime del Parlamento Municipal".

Somos Tú Y YoWhere stories live. Discover now