Capítulo XVIII - Palingénesis

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Nuestra casa no se encontraba tan lejos de la vía principal. Tanto tiempo había pasado desde la última vez que veía alejarme de esta lúgubre senda. Mi casa, aquella que guardaba cientos de sonrisas reprimidas por el más crudo y vil lamento. Sí, esa es mi casa. La fachada abrazaba la intención de apropiarse de ese estilo que siglos atrás albergaban las grandes construcciones de Corea del Sur, añadiendo una pizca de occidentalismo en sus alrededores. Ese toque inconfundible de atardecer, ambientado entre faroles que pareciese que te devoraran por momentos, junto a las ventanas y la inmensa puerta de madera hecha en pino me dibujaban esos recuerdos de cuando era solo una niña. La verdad, sin embargo, vendría después, o al menos eso esperaba. El sujeto que tenía frente al retrovisor se dispuso a detener el auto negro, y mientras se daba sus segundos de acicalamiento...

—Nayeon...

—¿Qué sucede ahora? ¿No entrarás?

—Recuerdo que hace mucho tiempo te traje aquí como parte de un lindo paseo en familia. Tu madre estaba muy contenta de que al fin conocieses el producto de nuestro denodado esfuerzo, ya que...

—¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué precisamente ahora me dices estas cosas? Yo ni siquiera tenía sentido de memoria.

—A eso quería llegar, hija mía. Eres tan ingenua que crees que todo lo que te pueda decir es cierto, ¿no es así?

—¿Q-Qué dices?

—¿Serás capaz de creer todo lo que te diga, hija mía?

—N-No estoy aquí para tus artimañas, y lo sabes.

— No estoy tratando de hacer eso. ¡Para nada! Solo que me pareció curioso y excesivamente esperanzador de tu parte pensar que todo lo que te diga a partir de ahora es cierto. ¿No crees que es emocionante?

— De alguna manera... tiene razón. Creo que todo dependerá de la confianza que haya tenido con las personas alrededor mío todo este tiempo. Mi padre, indudablemente, no es alguien en quien deba depositar mi confianza, pero en este caso necesito inmiscuirme en sus hechos, en su realidad. Señor Kim... usted no es una mala persona, mas creo entender las circunstancias, el día a día que tuvo y tiene que pasar para poder seguir dando vida a lo que, aseguro, es su vida también. Jihyo... por más que la realidad sea algo que me impida volver a verte... confío en ti, confío en que todo lo que hiciste por mí no ha sido producto del azar, o haya formado parte de un plan, confío en que... eres la chica más valiosa que haya podido conocer jamás, después de mi madre... Padre...

— ¿Sí?

— Entremos.

— Está bien.

Mientras ingresaba por esa gran puerta, de alguna manera sentí que me diesen una fuerte dosis de retrospección: Los momentos que de manera empecinada y violenta dejaba esta morada en pos de salvar mi propia vida, los momentos que dejaba atrás a mi madre atormentada por las múltiples heridas y graves hematomas que su cuerpo dibujaba, los momentos que estabas destinado a ganarte todo mi odio y repudio, padre, y que luego de ello me permitiese olvidar todo lo que nos relaciona de sangre para así cumplir mi objetivo de vengarme de ti. ¿Hoy podré dar, en efecto, el primer paso?

—Nayeon, bienvenida de vuelta a casa. ¿No te alegra volver a pisar este hermoso recinto una vez más luego de mucho tiempo?

¿Por qué demonios no deja esa suerte de acento cada vez que dice algo? No niego que... me causa gran nostalgia volver.

—¡Ajá! Eso es lo que quería oír.

—¿Dónde está mi mamá? Luego de verla conversaremos.

Somos Tú Y YoWhere stories live. Discover now