Capítulo XIX - TIPD

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Siempre pude notar en la locución cotidiana de mi padre un aura tétrica, confusa, oscura, o al menos esa era la sensación que me daba, pero ahora me doy cuenta que, a pesar de las mil etiquetas que pueda darle, no cabe duda que su voz había quedado marcada en mí como si de un tatuaje se tratase. Su esencia jamás podría cambiar, y es por eso que los recuerdos me invaden... los recuerdos jamás me dejarían en paz.

—¿A qué te refieres con eso? ¿Por qué no hablas de una forma tal que pueda entender?

— Pues en ese caso yo deseo preguntarte: ¿acaso no estoy siendo lo suficientemente claro?

—¿Cómo... dijiste?

—Park Jihyo, hija única de la siempre empeñosa familia Park. Creció en un ambiente... digamos que acogedor, sin embargo tuvo que palidecer el engaño de sus queridos padres.

— Realmente no comprendo nada de lo que dice. Quizás su misión aquí sea la de confundirme, pero... tengo el cuerpo de mi madre desangrándose al lado mío, y de eso no puede haber confusión... ¡¿cómo es posible que... exista alguien como tú, padre?!

—Hija, yo hubiese preferido no mandarte con esa familia, pero créeme que no me dejaste otra elección.

—¿No te dejé... otra elección? Acaso tú... ¡¿tú ya tenías planeado mandarme con una familia distinta?!

—No era ese el caso, pero...

— Esto amerita mucha más atención de la que creí, pero resulta que... m-me es imposible pensar ahora mismo, y más cuando tengo este 'no se qué' revoloteando mi cabeza... Empiezo... a sentirme algo... mareada... ¡Rayos! ¿P-Por qué dices que... los padres de Jihyo la... engañaron?

—Es normal que no lo sepas, ya que Jihyo no lo sabe aún. ¿Sabes por qué su familia pudo gozar de comodidades un cierto tiempo? Porque yo, ávido de bondad, le ofrecí a su padre un trabajo muy tentador el cual era casi imposible rechazar. El pago era muy bueno, y era más que obvio que no le iba a faltar casi nada a él y a los suyos.

— N-No puede ser que mi padre haya hecho eso sin recibir algo a cambio... tuvo que... ¡No! ¡NO ES... P-POSIBLE...!

— La única desventaja era que el trabajo que le ofrecía no se encontraba nada cerca de su dulce hogar, y por eso decidió dar con un hospedaje cerca de su centro de labores. ¡Y por supuesto que yo pagué por ese...! ¿Me estás escuchando? ¡TE DIJE SI ME ESTÁS...!

—Padre... todo eso lo hiciste... porque sabías que me mandarías con esa familia, ¿verdad? ¡No lo hiciste por la familia Park! ¡Lo hiciste por tu conveniencia!

—¡NO TE IBA A DEJAR HABITAR ESA POSILGA ASÍ NADA MÁS! Debes de entender que tú eres todo para mí y para tu madre.

—E-Espera, mi madre está... está aquí... mi madre no...

—No, hija mía, estás muy equivocada si piensas que esta señora...

—...

—Señora...

—Señorita...

—¿Eh? ¡¿EH?!

—¡Señorita Im! ¡Señorita Im! Le estoy hablando.

—S-Secretario... lo siento, en verdad yo...

—Una vez más se encuentra así, señorita Im. ¿Qué es lo que le aqueja? Quizás yo pueda ayudarle a resolver su problema. Sabe que yo...

—S-Sí, secretario Sung, lo sé, y se lo agradezco, créame.

—Señorita... ¡Ah sí! Tengo el agrado de informarle que los accionistas aprobaron su programa de trabajo para este año. ¡Muchas felicidades!

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