Capítulo XXVI - Nabongs

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—Señorita Im... ¿está usted bien?

—¿Eh? Sí, secretario Sung... solo tuve una mala noche de sueño, es todo.

—Entiendo, entiendo. Verá, le traje este café espresso, su favorito.

—De veras es usted muy amable, secretario, gracias.

—No tiene por qué agradecérmelo. A propósito, lamento tener que informarle su itinerario de hoy, sabiendo que...

—No, descuida. Adelante.

—Está bien. Usted solo dispone de las actividades referidas a los encargos que tiene para con la empresa, y además...

—Perfecto, entonces tendré que lidiar con negociantes una vez más, ¿no es así? Y, ¿qué hay con la última actividad?

—Pues... la otra actividad...

—¿Sí?

—Es...

—...

—T-Tener una cita... conmigo...

— ¡¿Q-Q...?! ¿Estás seguro de eso? ¿No se tratará realmente de un error de tipeo?

—Oh... no, no. Pues... l-la verdad, yo...

—De acuerdo.

—¿E-Eh?

—¿No escuchaste bien? Dije 'de acuerdo'.

—¿Está usted segura, señorita Im?

—Claro que sí. No hay ningún problema con ello.

—¡Oh! ¡Genial! ¡Muchas gracias por aceptar esta cita! L-Le prometo que no se arrepentirá.

—Pues entonces está prometido.

—¡Así es!

—Pues bien, nos vemos... eh... creo que a las 3 PM estaría bien. No creo que las reuniones con los negociantes sean tan simples como parecen ser. ¿Qué te parece?

—¡S-Sí! Por mí está... más que excelente.

—Genial, entonces me espera en la sala de recepción del primer piso.

—¡Sí! Ahí estaré. ¡Hasta más tarde, señorita Im!

—Nos vemos.

Mi vida es una completa contradicción.

— ¡Ah! Así que negociantes internacionales, ¿verdad? ¿Con quiénes lidiaré esta vez? ¿Serán acaso taiwaneses? O quizás... ¿chinos? Puede que se traten de japoneses, o incluso rusos... ¿alemanes? En fin, fuese quien fuese, dudo mucho que alguno de ellos tenga a bien traerme un nuevo café espresso. ¡Ah! Esta mañana luce especialmente sombría, realmente, algo muy distinto a las penumbras que originaban los retazos de madera en cada ventanal. Día y noche eran lo mismo, no había diferencia entre despertar o dormir, entre almorzar o cenar, entre vivir o... vivir. El teléfono...

—Los negociantes la esperan en la sala, señorita.

—Muy bien, voy para allá en este instante. Gracias. Y aquí vamos de nuevo. ¿Quién esperará por mí, ahora? ¿Acaso lo sabré cruzando esa gran puerta? Y si... al final... ¿solo te encontrase a ti? Sí, a ti. ¿Hablarías conmigo tan siquiera por unos instantes? ¿Cuán real podría ser este momento que ando construyendo de repente?

—Ohayô gozaimasu, Manējā-san.

— Perfecto, lidiaré hoy con japoneses. Ohayô gozaimasu.

Somos Tú Y YoWhere stories live. Discover now