Capítulo 10

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WILLIAM

Acaricié la mejilla de la linda rubia que dormía en mis brazos. Luego de haber llorado durante más de diez minutos se quedó dormida. No sabía qué cosas pasaba por esa mente tan retorcida que poseía la chica que estaba a mi lado, por eso solo quedé en silencio mientras ella sacaba todo lo que llevaba dentro.

Okay, okay.

Tal vez también me quedé en silencio porque soy una mierda consolando. Sabía que si abría mi bocota la haría llorar más y lo más probable es que me echara de su habitación por ser una mierda como apoyo.

Por otro lado tengo que admitir que las palabras de Maiana me dejaron helado. ¿Qué persona dejaría a un bebé en congelarse en las frías noches de Roma?.

Claramente alguien sin corazón.

Alguien que la quería fuera de su camino. Y tal vez alguien que la quería muerta.

La piel se me puso de gallina al pensar en aquello último. ¿Qué daño haría una pequeña persona totalmente inocente a alguien en ese momento?.

Mientras ella lloraba abrazada de mí, había cruzado por mi cabeza que tal vez sus propios padres lo habían hecho. Pero, ¿por qué abandonarla y luego buscarla por todo el país de Italia?. Claro está que a las personas jamás se las termina de conocer, pero la reina Sofía y el rey Enrique eran unas de las personas con el corazón más grande que pude conocer. Pondría las manos al fuego porque ellos no la abandonaron. Sin duda fue una persona que se sintió amenazada con la llegada de la nueva princesa. Alguien que tenía demasiado por perder la hizo desaparecer de la vida de sus padres biológicos, arrebatándole su lugar en la familia real y, sobre todo, a sus padres.

Escuché como mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. Intentando no despertar a Maiana me alejé lentamente de ella, pero lo único que logré fue un tierno gruñido y que se pegara más a mí. Saqué el teléfono de mi bolsillo y contesté la llamada.

—¿Sigues con ella? —La voz de Tomás se escuchó por el otro lado de la línea. Miré a la rubia que dormía a mi lado.

—Si —susurré para que no despertara.

Se veía muy linda mientras descansaba. De seguro el que despertará todos los días a su lado sería el hombre más afortunado en el mundo.

— Estoy llegando a su casa. Ve saliendo —la idea de dejarla me sentó como patada en el trasero, pero me tenía que ir.

—Okay —le colgué el teléfono.

Con movimientos suaves desenrede nuestras piernas y retiré delicadamente su brazo que me estaba rodeando. Un pequeño suspiro escapó por sus labios rellenos y apetecibles. Sin poder resistirme pasé mi dedo pulgar por sus labios, los labios que había probado y me habían encantado. Mi dedo trazó un camino de sus labios a su mentón, para luego deslizarse por la suave piel de su cuello y terminar en su clavícula. Giró levemente la cabeza y abrió sus párpados lentamente. Sus ojos me miraron por unos segundos y luego los volvió a cerrar.

La ballerine (COMPLETA)Where stories live. Discover now