Maiana Pasquarelli fue adoptada por un matrimonio italiano luego de unos pocos meses de su nacimiento. Cuando su padre adoptivo se entera de donde proviene ella, decide mudarse a Madrid, España con la escusa de un "cambio de aires", cuando en realid...
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Escuché como la puerta de mi habitación se cerraba detrás de mi mejor amiga, mientras observaba a Will –O Wiliam, o príncipe William, o como sea– a menos de dos metros de distancia. Tenía que admitirlo, dentro de todo el daño que me provocó lo había extrañado. Una parte de mí quería tirarse en sus brazos, besarlo y no soltarlo jamás, pero mi otra parte sensata me decía todo lo contrario.
Crucé mis brazos, intentando esconder el temblor de mis manos. No estaba lista para enfrentarlo, ni siquiera creí que lo volvería tener frente a mí. Después de todo lo que había sucedido me parecía imposible que estuviera nuevamente en mi habitación. Sin embargo, estaba aquí. El príncipe de Reino Unido estaba en mi habitación, otra vez.
—No sé con quién estoy tratando, si con Will o el príncipe William, pero no tengo todo el tiempo del mundo. Mi familia me espera abajo para cenar —hablé, después de unos minutos de total silencio.
—Estás tratando con Will, el verdadero Will, el que solo tú conoces —se acercó a mí dando un paso adelante.
—Siendo sincera, nunca te conocí... Solo me has mostrado una cara de la moneda —retrocedí un paso. De pronto se me hacía doloroso y asfixiante tenerlo cerca—. Maldita sea, Will, me mentiste, me mentiste todo el maldito tiempo —tragué el nudo que se me había formado en la garganta.
—Tienes razón, te mentí. Te escondí mi identidad, pero, eres la única chica del mundo quién en realidad me conoció. Puede que te haya mentido de donde vengo, de mi familia e incluso mi vida. Pero sólo tú sabes quién soy verdaderamente. Por favor, créeme. Eres importante para mí —las últimas palabras habían salido en un susurro. Las mariposas que creí muertas revoloteaban nuevamente en mi estómago, sin embargo no daba crédito a lo que escuchaba.
—¿Soy importante para ti? —pregunté, incrédula—. Eso no me lo dijo tu novia hace tan solo unos días —sentí el enojo apoderándose de mí—. No tienes que mentirme más, sé que solo me querías para pasar el rato, solo necesitas escapar porque estás bajo mucha presión. Pero, ¿era necesario todo lo que hiciste? —inconscientemente di unos pasos hacia delante, quedando más cerca de Will.
—¿En verdad piensas que dije eso? —su ceño se frunció—. Dios, Maiana. Phoebe te odia, haría y diría cualquier cosa con tal de verte destrozada.
Era verdad, ella me odiaba. Era lógico que dijera algo así.
—Eso no quita que me hayas mentido. Aún no entiendo porqué lo hiciste —pasé la mirada sobre mi habitación antes de mirar sus ojos.
—Sólo quería ser un chico normal de veinte años que conoce a una chica que le pareció atractiva —sentí mis mejillas arder. Fijé mi vista en el piso, intentando que no viera mis mejillas sonrojadas. Sentí sus dedos debajo de mi barbilla e hizo que levantara la cabeza. Contuve el aliento cuando miré sus ojos, no sé en qué momento se había acercado, pero entre nosotros solo había unos centímetros de distancia.
