Capítulo 40

4.9K 358 16
                                    


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Mordí mi labio inferior, mientras trataba de nivelar mi respiración. Wil me tomó entre sus brazos algo sudorosos y me acercó más a él. Su pecho subía y bajaba a gran velocidad, parecía que ambos habíamos corrido una larga maratón.

Pasé mi mirada de su pecho desnudo hasta sus labios, labios que he hecho maravillas, finalmente su mirada quedó estancada en la mía. Las comisuras de sus labios se elevaron levemente.

¿Por qué diablos tenía que ser tan guapo ?.

—Es el mejor regalo de navidad que me han dado en mi vida —rompió el silencio. Dibujé una sonrisa.

—Y aún no ha acabado la noche —ladee mi cabeza hacia un lado. Me zafé de su agarre y me coloqué a horcajadas encima de él.

No me incomodó que mis pechos estuvieran siendo exhibidos, ni tampoco la mirada de Wil llena de lujuria, al contrario, me encantaba y excitaba.

—Quiero saber por qué eres tan endemoniadamente hermosa —mis mejillas se calentaron y mis labios estaban tentados a formar una sonrisa.

Sabía que estaba lejos de ser hermosa, y más aún como me estuvo ahora; con un nido de pájaros en mi cabeza, muy diferente a como había estado en la cena de Navidad. Además de eso estaba un poco sudorosa. Necesitaba un baño.

Se incorporó conmigo aún encima de él. Apoyó su espalda en el respaldo de la cama, quedando nuestros ojos al mismo nivel.

—A veces me pregunto lo mismo cuando te tengo frente a mi —hablé, entrelazando mis dedos detrás de su cuello.

Sus manos recorrieron suavemente mi espalda, hasta que llegó a mi cintura, me pegó más a él, logrando que mi intimidad hiciera fricción con su miembro. Mordí mi labio cuando una oleada de placer me tomó por completo.

Al diablo el baño.

Me acerqué a él y uní nuestros labios. Wil me acercó más él, mis pechos chocaron con la piel suave del suyo. Gemí por la sensación tan placentera. Lo comencé a besar con ansias, inconscientemente empecé a mover mis caderas sobre su miembro, que con cada segundo crecía más.

Rico.

Llevó su mano hasta mi intimidad, comenzando a hacer movimientos circulares con sus dedos sobre mi clítoris. Él sabía como lograr que una mujer llegara a su máximo punto de placer, y me encantaba.

—Wiliam ... —gemí su nombre cuando comenzó a entrar en mi lentamente, apartó su mano y la llevó a mi cintura.

Apartó su boca de la mía para poder succionar y lamer mi cuello. Comencé a bajar y subir sobre su regazo, muestras caderas se movían con una sincronía perfecta, logrando que jadeos y gemidos descontrolados salieran de mis labios.

La ballerine (COMPLETA)Where stories live. Discover now