Maiana Pasquarelli fue adoptada por un matrimonio italiano luego de unos pocos meses de su nacimiento. Cuando su padre adoptivo se entera de donde proviene ella, decide mudarse a Madrid, España con la escusa de un "cambio de aires", cuando en realid...
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Un año y medio después...
—Lo terminé, Maiana —la voz de Wiliam logró que me sobresaltara. Lo miré confundida —. Entre Phoebe y yo no hay más nada.
Mi corazón dio un pequeño brinco.
¿Qué me sucedía?.
Me mantuve en silencio, mientras observé cada unos de sus movimientos al sentarse en el césped a un lado de mi. Se veía aliviado.
Apoyé mi cabeza en su hombro, retomando lo que había estando haciendo un largo tiempo, miré nuevamente el oscuro firmamento y cada estrella que éste me permitía ver.
Observar el cielo estrellado se había vuelto algo así como un pasatiempo, uno de mis favoritos, para ser exacta. Josh amaba admirar las estrellas, lo sabía por la manera tan apasionada que él solía hablar de ellas, y porque siempre al caer la noche me arrastraba al lugar mas lejano de la cuidad para poder observarlas con mas claridad.
Wiliam dejó una mano sobre mi muslo, era un toque inocente, lleno de confianza. Él había sido una gran ayuda después de la muerte de Josh, siempre estaría agradecida por ello.
—¿Te sientes bien por haberle terminado? —pregunté.
—¿Me vuelve mala persona decir que si? —sentí su mirada fija en mí.
—Decir lo que piensas o lo que sientes no te vuelve una mala persona, Wil —conecté su mirada con la mía.
—Lo sé... pero no es algo que a mis padres les encantaran escuchar. Cuando se los diga van a querer asesinarme.
—Tal vez Phoebe ya les informó —bromee.
—No lo creo —pasó una mano por su cabello—. Ella se está viendo con alguien —formé una "o" con mi boca.
—¿Qué?, ¿estas seguro de eso? —asintió con la cabeza.
—Cien por ciento seguro. Ella me lo dijo —se encogió de hombros —. Tal vez por esa razón se tomó demasiado bien cuando rompí nuestro compromiso.
—¿No te sientes engañando?.
—¿Cómo podría sentirme así cuando hace tiempo mi corazón pertenece a otra persona? —desvíe mi mirada de la suya.
Sabía que esa persona era yo.
—Siento un peso menos sobre mí. Es como si casi todo estuviera en su lugar —me dio un leve empujón con su hombro.
—¿Casi? —pregunté, aún sin poder volver a mirarlo a los ojos.
—Casi... primero debo de conquistarte.
Mi corazón dio otro pequeño brinco.
—Wil...
—No me rechaces, no aún. Una vez te dije que esperaría lo que fuera necesario —buscó mi mano y le dio un leve apretón—. Esperaré a que sanes.
