Capítulo 34

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Aspiré el conocido aroma que había sido parte de toda mi vida. Dejé caer mi bolso al suelo, sentía ganas de reír, llorar y hasta gritar. Estaba feliz. Me había costado demasiado convencer a mis padres biológicos que me dejaran volver tan solo un día a mi antiguo hogar. Lo necesitaba, y ellos supieron entender eso.

Papá apoyó su mano en uno de mis hombros cuando cerró la puerta principal. Lo observé por encima de mi hombro y le sonreí. Parecía cansado, triste. Él me tomó entre sus brazos, dándome un cálido abrazo. Cerré los párpados, no quería llorar. Estaba en casa, con él y con mamá. No quería arruinarlo.

—Todos los días te echo de menos —susurró en mi oído. Tragué, intentando borrar el nudo que se me había formado en la garganta—. La casa no es la misma sin ti.

—Lo sé, soy genial —bromee, tratando de que mi voz no temblara. Papá me sonrió, mientras negaba con la cabeza—. También los echo de menos, cada día —dejé un beso en su mejilla derecha.

—Me estoy poniendo celosa —bromeó mamá. Mis ojos se dirigieron hacia ella. Estaba recostada en la puerta de la cocina, cruzada de brazos.

Ella estaba hermosa y reluciente como recordaba desde que tenía uso se razón. Era hermosa, tanto por fuera y dentro. Y la amaba, amaba cada detalle de ella, sus virtudes y sus defectos, mamá lograba que yo quisiera ser como ella en un futuro. Nuevamente me encontraba agradecida con la vida por ponerla a ella y a mi padre en mi vida, por ser ellos quienes cuidaron de mí desde pequeña. Había aceptado a mis padres biológicos, sin embargo la mujer y el hombre que cuidaron de mí siempre tendrían un lugar muy especial en mi corazón.

—Mamá... —me separé de mi padre y caminé apresuradamente hacia ella. Me recibió con los brazos abiertos, luego me envolvió en un abrazo.

No supe cuan necesitada estaba de tenerla cerca hasta que estuve en sus brazos.

—¿Qué tal tu día? —preguntó, al separarse de mí.

Sabía lo que hacía. Quería actuar con normalidad, como si yo estuviese volviendo de la academia como cualquier otro día normal, y no del castillo, donde había estado viviendo el último mes y medio. Trataba de actuar como si nunca me hubiese separado de su lado, trataba de hacerme sentir en casa.

—Agotador —contesté su pregunta. Ella me sonrió cómplice.

—Hice tu comida favorita —quitó mi gorra de lana, luego pasó sus dedos por mi cabello—. El castaño se te esta comenzando a notar nuevamente —observó el crecimiento de mi cabello—. Siempre amé tu color natural de cabello, ¿por qué no te lo dejas castaño?.

—Me gusta rubio —me encogí de brazos. Había vuelto mi cabello rubio por que me gustaba y también para parecerme más a ella. Pero lo último mi madre no tenía que enterarse.

—¿Almorzamos? —papá llegó por detrás de mi preguntado. Asentí, mientras comenzaba a deshacerme de mi bufanda y abrigo. Afuera están nevando, hacía mucho frío.

La ballerine (COMPLETA)Where stories live. Discover now