07|| Aléjate.

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Creí que se rendiría, esperé a que lo hiciera, pero no

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Creí que se rendiría, esperé a que lo hiciera, pero no. Durante una semana completa practicó el mismo método de esperar fuera del apartamento, así que durante una semana comí en el mismo asiento, la misma fruta, las mismas horas en las que tardaba en irse.

Se está convirtiendo en un verdadero acosador, porque su coche está estacionado fuera toda la noche, esperando verme llegar del trabajo.

No bajé, en ningún momento cruzó por mi mente la idea de saber de él, así que las primeras noches disfruté el que estuviera en su coche, esperando a que llegase del trabajo que dejé hace poco, pero ya no. Es una puta molestia.

Cada día debo vigilar mi cuadra para no verlo llegar cuando necesito hacer compras o salir al trabajo. Es molesto, me pone de mal humor y eso se está reflejando en mis ojeras. No puedo dormir a sabiendas de que puede subir por las escaleras de incendio hasta el apartamento y entrar por la ventana.

No creo que sea tan tóxico y descuidado, pero uno nunca sabe.

Lo único bueno de estos días, es que los cardenales de mi rostro están desapareciendo. Ahora solo puedes notarlos si miras fijamente, y me pone feliz, porque tuve mesas que atender en el trabajo y las propinas son demasiado buenas.

—Lia, la mesa cuatro espera para que le tomes el pedido —me informa Lindsay apenas salgo del baño para empleados. Sí, mi estómago aún no se acostumbra a mi nuevo trabajo y sus cientos de olores despreciables.

—De acuerdo, iré enseguida —le respondo.

Tomo mi libreta del mostrador y camino hacia la mesa. Por extraño que parezca, hoy el día está bastante ajetreado, así que tuvimos que poner mesas afuera porque los clientes no entran en el salón. Está tan lindo el día para ganar muchas propinas, para caminar un poco mientras mi acosador va a su trabajo, pero todo se arruina cuando veo la figura que espera por mí en la mesa cuatro.

Paso saliva y trato de calmar los temblores que su mirada le provoca a mi cuerpo. Hago ademán de volver a entrar, pero su voz me detiene.

—Oye, mentirosita—dice en voz alta, llamando la atención de las personas cerca. Por el tono de su voz puedo entender fácilmente que trae un humor de perros, pero me importa una mierda. No es nadie para hablarme de esa forma, así que me volteo y lo encaro. —Eres difícil de encontrar pero... aquí estás.

Está sentado, con una pierna por encima de la otra. No lleva su ropa deportiva sino un traje hecho a la medida que debe valer más que lo que yo puedo ganar trabajando en un mes completo. Los lentes oscuros desaparecieron, pero como accesorio extravagante lleva un reloj dorado en su muñeca. Este hombre destila elegancia, seguridad, e infunde temor tan solo con su voz.

—¿Qué desea ordenar? —pregunto, fingiendo que es un cliente cualquiera. Es solo otro ejecutivo engreído y malhumorado. Nada más.

—Vine aquí porque necesitamos hablar, Amanda —comenta en voz baja —. Sobre... tu situación.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now