18|| Nosotros.

115K 6.8K 1.9K
                                    

Llego al hospital y la verdad es que no puedo sentirme más desesperada

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.

Llego al hospital y la verdad es que no puedo sentirme más desesperada. No conozco a nadie, no puedo decir que estoy con Hudson ni puedo llamar a su casa por su estúpida regla así que no me queda otra opción que serenarme y tratar de hacer las cosas bien.

Decir que estoy asustada es poco, a decir verdad estoy aterrada. No puedo siquiera pensar en cómo me encontraron, cómo supieron dónde estoy y mucho menos en qué lugar. Miami es grande, desconocen por completo la ciudad porque ninguno de nosotros ha dejado jamás nuestro pobre barrio, más sin embargo no pueden darme semanas de tranquilidad.

Llevo dos horas completas aquí, en una cama en la sala de urgencias. La atención no es mala, pero los pacientes no dejan de llegar y como buenos doctores, atienden los casos de emergencia primero así que me quedo sentada, observando cómo llegan y se van, mientras yo todavía continúo esperando. Me hicieron pruebas hace una hora más o menos, cuando lograron contener la hemorragia, me inducieron una intravenosa pero no puedo lograr que nadie me de mis resultados para poder ir a casa.

Si Hudson no ha despertado todavía, seguramente ni siquiera notará que no estoy ahí.

Recuesto la cabeza en la almohada, cuando una enfermera llega con una sonrisa que he visto como doscientas veces en todo el personal del hospital. No me habla, simplemente me brinda un asentimiento y presiona el freno de la camilla para poder moverme.

—¿Qué está haciendo?—pregunto con el ceño fruncido. Veo que nos movemos fuera del área de emergencias y con todo lo que me pasó, lo último que quiero es tener que correr por mi vida o gritar por ayuda. Soy tan desconfiada, aunque su silencio tampoco ayuda mucho. —Señorita, ¿Dónde me está llevando?

—Tranquila, señorita Stevenson, todo está bien. No se preocupe—responde en voz baja. Hay algo en ella que resulta demasiado preocupante, sin embargo me quedo en silencio observando cada pasillo, cada persona que cruzamos y tratando de adivinar hacia dónde me está llevando.

Llegamos a un gran ascensor y ella presiona el piso número cinco. En la estreches del lugar lo único que puedo hacer es detallarla. Es menuda, podría tumbarla si es que quiere hacerme algo, no lleva ningún arma o escalpelo a mano, solo es ella y seria una pelea de uno contra uno. Es parejo.

Las puertas se abren y lo primero que veo son dos doctores que al parecer están esperando por mí pues la sonrisa en sus labios me indican tal cosa.

—Señorita Stevenson, lamentamos tanto silencio pero fue por su seguridad—dice uno de ellos, el mayor. Es canoso, puedo jurar que está rozando los cincuenta años más o menos y lo más impactante de él es el color avellana de sus ojos.—No se preocupe que está en buenas manos ahora.

—¿No lo estaba ahí abajo?—pregunto con cierta desconfianza a medida en que la señorita me mueve en la camilla por el pasillo. —¿Qué estoy haciendo aquí?

—No se preocupe, le daremos el mejor trato posible—responde el que podría ser fácilmente hijo del doctor más viejo a diferencia de que este joven, tiene los ojos tan verdes como la esmeralda. A decir verdad, ¿Yo estoy hablando en otro idioma o simplemente no quieren responderme? Ninguno fue capaz de decirme lo que estoy preguntando.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz