¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021.
Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vida trabajando para saldar sus deudas y se prepara para saldar la siguiente en un reluciente bar de Santa Mónica.
Rodeada de personas con din...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Es un idiota, un imbécil, un maldito retrógrada.
¿Cómo carajos se me ocurre dejar que me penetrara? ¡Estaba tan necesitada de sexo! Todavía lo estoy y lo peor es que ni siquiera tocándome a mí misma llego a saciar la necesidad de su polla dentro de mí.
Ahora que la sentí otra vez actúo como una maldita ninfómana de mierda. Duermo pensando en su polla, en lo bien que se sintió tenerla caliente en mi garganta, en cómo sostuvo mi cabeza para penetrarme la boca y la forma tan sexy de tocarme el coño.
¡Estuve a punto de correrme y el idiota se alejó!
No pude entenderlo antes y no puedo entenderlo ahora que han pasado dos días. No le he visto el pelo desde ese día, ninguno se ha enviado textos o tenido algún tipo de comunicación y por mí está bien. No necesito nada de él, ni siquiera su puta cobardía.
¿Qué mierda es eso de que no quiere solo sexo? ¡Yo ansiaba tener solo sexo con él! El embarazo me tiene con las hormonas alborotadas, a cada nada estoy ansiosa por saciar mis ganas y el padre de mi hijo no quiere satisfacerme. Nada más triste que eso.
—¿Puedes volver a la tierra?—dice Kate al otro lado del teléfono. Lanzo un suspiro y me acerco para que pueda oírme mejor.
—De verdad, no sé qué carajos pasa conmigo—susurro.
—Necesitas una polla, es eso. Luego de tenerla te sentirás mejor—dice mientras ríe. Si supiera que es lo que intenté conseguir y terminé más insatisfecha que cuando comencé.
—Necesito descansar de todo esto. No tienes idea de cómo es aquí, Kate—murmuro. De la nada, las ganas de llorar me presionan la garganta, impidiéndome continuar hablando. —Yo... te echo de menos.
—Oh, amiga, yo también. Es horrible estar tan sola, pero créeme que lo mejor que pudiste hacer fue marcharte. Tu padre vino a buscarte y sé que me sigue en las calles. Espera verte—dice. Sé que está triste y me molesta demasiado el haberla puesto en esta situación de mierda. —Quédate el tiempo que puedas, no importa si se comporta como un patán, solo quédate porque estás segura donde estás.
Quisiera contarle tantas cosas, principalmente que Hudson es un idiota y que tengo una guerra declarada con el imbécil, pero lo único en lo que puedo pensar ahora es que ella corre peligro por mi culpa.
—Si las cosas se ponen difícil con él, dile donde estoy, Kate. Aquí no puede hacerme daño, estoy protegida, es un buen edificio—murmuro.
—Ni de coña, no dejaré que se acerque a ti—responde de inmediato.
—Pueden herirte—contraataco.
—Que lo intente, y con gusto le enseño otra vez mi escopeta—responde.—Lia, eso no es todo, yo... creo que tu hermano está ahí.
La puerta de entrada suena, sé que es Hudson porque nadie más tiene las llaves. Quiero cortar la comunicación con Kate porque esto de por sí ya será demasiado incómodo puesto que es la primera vez que nos vemos desde el incidente, pero no puedo. Me quedo estática.
