¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021.
Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vida trabajando para saldar sus deudas y se prepara para saldar la siguiente en un reluciente bar de Santa Mónica.
Rodeada de personas con din...
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Un golpe invisible me quita el aire en el centro de la pista, algo extraño sucede conmigo cuando siento que están estrujándome el corazón dentro del pecho y la ansiedad que recorre mi cuerpo no es para nada normal.
—¿Qué ocurre?—pregunta Kate captando mi atención—Te quedaste tildada.
—¿Has visto a Hudson?—lo busco en medio de los presentes pero no veo nada así que salgo de la pista directo a la mesa donde se supone que debía estar junto a sus amigos pero no lo encuentro.
Brennan al verme se acerca con el ceño fruncido.
—¿Qué ocurre?—pregunta.
—¿Donde está Hudson? Tengo... no lo sé, quizás un ataque de pánico, no sé—el corazón en el pecho parece que quiere estallar, la ansiedad en mis extremidades me obliga a moverme por todo el lugar buscando a mi esposo y a mi hija pero no están en ningún lado y eso solo empeora mi situación.
—Deben estar en la casa—comenta Brennan a mi lado.
Tratando de no caer en la desesperación y no alarmar a los presentes camino de regreso a la casa donde las luces apagadas en el primer piso me dan mala espina.
Estoy de pie al final de las escaleras mirando hacia arriba, el miedo me ha paralizado puesto que sé que algo malo ha sucedido y tengo terror de subir.
—Vamos, seguro no es nada—dicen detrás de mí. Brennan es quien camina primero subiendo como si nada encendiendo la luz del pasillo así que subo también. No he visto ninguna de las otras habitaciones aquí por lo que voy directo a la principal donde me cambié pero no los encuentro.
Me paseo dentro esperando verlos en el baño o en el armario pero está completamente vacío.
—¡Lia!—el grito de Kate me hace salir corriendo, no está en el pasillo sino en una de las habitaciones al otro lado. Apenas cruzo la puerta sé que mis instintos estaban en lo correcto cuando veo a mi esposo en el suelo, con un herida en medio del abdomen que no deja de sangrar. —¡Llama a emergencias, ahora!
Mi cerebro se despierta buscando el teléfono a mitad del pasillo donde informo lo que vi. Me preguntan qué pasó, quién lo hirió, en qué momento y no sé responder a nada solo cuelgo la llamada cuando me dicen que están en camino.
Las cosas no tardan en ponerse locas puesto que los gritos provienen de Hudson así que voy a verlo. Está pálido por la pérdida de sangre, temblando pero aún así intenta ponerse de pie provocando que más sangre salga de su herida.
—Quédate quieto—le pido acariciando su brazo, no dejando que el pánico me tome por completo porque mi mente ata cabos con demasiada rapidez a no ver a mi hija aquí. Las lágrimas me toman los ojos, estoy entrando en la desesperación cuando él une sus dedos con los míos. —No quiero que mueras así que por favor, quédate quieto.
—Camille se la llevó—afirma provocando el terror en todos los presentes. —Quise evitarlo y me disparó. Tienes que llamar a la policía, se coló con... con el servicio, Lia, ella...
