39|| Tranquila.

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El valor de la pérdida total fue de casi cuatro millones de dólares

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El valor de la pérdida total fue de casi cuatro millones de dólares. Si bien mi casa tiene más lujos, los objetos bandalizados fueron objetos de colección, algunos con algunos años encima.

Si bien me provoca cierta acidez estomacal todo esto, me recuerdo una y otra vez que solo fueron daños materiales y que no tenemos que lamentar ninguna pérdida. Mis empleados cuestionaron el sistema de seguridad de la casa y algunos incluso quisieron renunciar debido a todo lo que está pasando desde el momento en que Lia entró a mi vida.

No puedo negar que estar a su lado trajo algunas consecuencias sin embargo no lo haría de otra forma si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo.

Trago grueso cuando mi mente me da una imagen de lo que podría haber sucedido de haber estado ella en casa. No puedo pensar con claridad, las manos me tiemblan y quisiera encerrarla en una burbuja para que no sufra más, ni ella ni mi hija sin embargo eso no es posible.

—¿Estás escuchándome?—pregunta Lia mirándome con sus bellos ojos azules. —Estás distraído.

—Lo siento—sacudo la cabeza—¿Qué decías?

Su enorme vientre resalta en la prenda que lleva puesta. Afuera son las once de la noche, la oscuridad ha tomado la ciudad por completo y aunque quisiera salir a cenar afuera puesto que el clima prácticamente lo grita, me quedo en silencio al ver las muecas que hace Lia antes de sentarse al borde de la cama.

—Decía que tus padres me piden una fotografía del último ultrasonido—gimotea—¿Puedes enviárselas por mí?

Dejo la mini prenda que tengo en las manos sobre el buró y me acerco a ella acariciando su cabello.

—Eso puede esperar—susurro—¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo?

—No, estoy...—algo sucede dentro de ella que la obliga a doblarse y luego encogerse presa del dolor. Me alarmo, no sé qué puedo hacer ni cómo ayudarla por lo que me quedo a su lado sosteniendo su mano dejando que clave las uñas en mi piel.—Carajo, eso... eso sí me dolió.

Frunzo el ceño.

—¿Qué sientes?—le pregunto.

—Algo dentro de mí me está estrujando y es incómodo, es una sensación extraña—comenta con el ceño fruncido acariciando su vientre.

—¿Quieres que llame a Kiran?

—No, ya es tarde, seguramente está durmiendo—responde. Me quedo a su lado unos segundos esperando a que el dolor pase y la detengo cuando intenta ponerse de pie.—Tengo que terminar de hacer esto.

Niego con mi cabeza.

—No vas a hacer nada, yo me haré cargo, tú descansa—le digo.

Refuta varias veces pero le acomodo las almohadas en su espalda, le quito las pantuflas que lleva puestas en los pies y la dejo acomodada en la cama. Cuando se relaja no vuelve a decirme que la deje levantarse.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now