24|| Respira.

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Las manos me tiemblan aún, no puedo siquiera imaginar que alguien entre por esa puerta y es por eso que busco una barra del armario

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Las manos me tiemblan aún, no puedo siquiera imaginar que alguien entre por esa puerta y es por eso que busco una barra del armario. Dejo toda la ropa en el suelo y mantengo la barra pegada a mi.

Tengo miedo, los golpes en la puerta en conjunto con los gritos me mantienen presa de mis pensamientos, pegada a la pared detrás de la puerta, lista para atacar al primero que se atreva a cruzar.

Realmente perdí la noción del tiempo aquí, no sé hace cuánto llame a Hudson ni si los hombres esos continúan afuera, pero me pongo a la defensiva cuando veo girar el picaporte de la puerta.

Alguien intenta entrar en la habitación, al notar que la puerta tiene seguro comienza a empujar así que me preparo para el momento en que tenga que dar el golpe. Dejo firme la barra en mi mano, y cuando la puerta se abre dejando ver una sombra, salto encima de quien sea que esté aquí, golpeando y luchando por mi vida.

—¡Lia!—la luz se enciende, trata de tomarme de las manos pero solo me retuerzo buscando atacar a como de lugar. —¡Lia, mírame, soy yo!

Me aprisiona contra la pared impidiéndome mover las manos. Me rehúso a abrir los ojos, a ver a mi atacante pero entonces noto que no soy atacada. Nadie me está haciendo daño, simplemente me tienen contra la pared.

Los recuerdos de papá, donde solo me quedaba cerrar los ojos para no enfrentarme a la realidad donde mi rostro estaba siendo desfigurado me golpean. Me envían a ese pozo profundo y oscuro del que me cuesta salir durante horas enteras.

—Nena, mírame, cariño—pero esa no es la voz de papá, ni de mi hermano, esa es la voz que ha estado atormentándome a más no poder. Es Hudson. —Eso es, mírame...

Lentamente abro los ojos encontrándome con ese azul que tanto deseaba ver. Luce atormentado, confundido y a pesar de que su ropa de seguro cuesta un dineral, no duda ni un segundo en abrazarme.

—Estás aquí—susurro, dejando salir todo el aire que tenía contenido.

Sus enormes brazos se ciñen a mi cintura y luego su mano acaricia mi viente con un instinto protector impresionante.

—¿De dónde viene la sangre? ¿Estás herida?—pregunta alejándose. Inspecciona mi rostro, mi cuerpo e incluso sube mi blusa para asegurarse que no tengo nada. —No es tuya, ¿Qué pasó?

Le relato todo lo que pasó con esos muchachos mientras está con el ceño fruncido. Puedo notar que enfurece ya que sus manos se cierran convirtiéndose en puños y tiene tanta ira contenida que los nudillos se tornan blancos. Hudson es de temer, y mucho más en estas condiciones.

Toma mi mano y me saca de la habitación bajando por las escaleras. El caos en el que se convirtió el apartamento me sorprende pues veo policías, personal de seguridad y dos enfermeros que apenas me visualizan, corren a socorrerme.

Me preguntan por mi embarazo, cuántos semanas tengo de gestación y tratan de tomarme la presión cuando me paralizo al ver a tres hombres acorralados contra una pared del apartamento.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now