¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021.
Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vida trabajando para saldar sus deudas y se prepara para saldar la siguiente en un reluciente bar de Santa Mónica.
Rodeada de personas con din...
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Sobreviviente.
Esa palabra se ha tomado una parte importante de mi cabeza para recordarme que es uno de los rasgos que más me define. Sobreviviente.
Sobreviví al abuso de mi padre, a las calles, al hambre, a la pobreza, a los golpes. Me convertí, contra todo pronóstico, en una mujer de bien, que tiene claro cuáles son sus expectativas en la vida, qué es lo que espero de las personas que me rodean y lo que me merezco.
Las últimas cuatro semanas me las pasé en terapia. No he podido superar veinte malos años en pocos días pero superé bastante de mis traumas y me mentalicé en que muchas de mis acciones han sido guidas en los últimos años por mis experiencias pasadas.
Acepté todo lo malo en mi vida porque creí que lo merecía. Acepté los malos tratos de Hudson porque me crié con esa idea de que quien te cela te ama, quien te golpea lo hace con la intención de que aprendas, que quien te maltrata lo hace porque lo mereces cuando en pocas sesiones con mi psicóloga comprendí que nada de lo que creí era cierto.
Comprendí que quien te ama te respeta, te da un lugar y una voz, respeta tus decisiones y jamás resolverá nada a los golpes. Comprendí que me merezco mucho más de lo que estaba aceptando.
Puede sonar increíble pero la terapia realmente me ha abierto las puertas a una nueva concepción de la vida, una mejor percepción de quién soy como persona y qué clase de hombre merezco y espero tener a mi lado pero más que nada, me hizo ver la clase de madre en la que quiero convertirme.
Aceptar que soy una sobreviviente es parte del proceso aunque aquello todavía me cueste un poco. Mirarme al espejo y aceptar todo lo que me pasó por culpa de mi padre y hermano, por la violencia que ejercieron sobre mí y más que nada amar las cicatrices que quedarán para siempre grabadas en mi piel es algo nuevo para superar pero ya comencé el proceso y aquello es lo importante.
Miro por el ventanal de la habitación. El agua choca contra el cristal resonando al compás del aparato al que permanece conectada mi madre.
La observo, lleva demasiado tiempo dormida y va a continuar igual. Los médicos no me dan demasiadas esperanzas de que se salve ni mucho menos querían continuar teniéndola en coma farmacológico pero al final decidieron continuar y gracias a Hudson que aclimatizó una de las habitaciones de la casa, pude traerla aquí con todos los cuidados pertinentes.
—Se acerca la Navidad—susurro acariciando mi barriga de ya seis meses. —Estoy segura que Año Nuevo lo pasaremos juntas.
No pierdo las esperanzas. Cada mañana la visito por al menos una hora, le leo unas páginas de su libro favorito y hago lo mismo por las noches antes de dormir, como una especie de ritual sagrado esas acciones no puedo no hacerlas.
En todo caso me está ayudando bastante, si bien no estoy segura de que pueda oírme le comento cosas que me pasaron durante el día solo para mantenerla al tanto. Me hace bien creer que sigue siendo ella, muy en el fondo.
