¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021.
Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vida trabajando para saldar sus deudas y se prepara para saldar la siguiente en un reluciente bar de Santa Mónica.
Rodeada de personas con din...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Pensar en el pasado fue uno de los mayores tormentos de mi vida. Los traumas, las malas decisiones, el caos, situaciones que nos condicionan, que nos acompañan el resto de la vida.
Después del secuestro de Hope, todos tomamos terapia. Existían muchas cosas por sanar, mucho por perdonar, por olvidar. Fue difícil, no voy a mentir. Tuve un embarazo conflictivo y de no ser porque decidí cambiar, hoy no estaría aquí.
Mantengo los ojos cerrados, como siempre creen que pueden contra mi instinto pero los escuché incluso cuando se encontraban en el pasillo. No me me muevo, espero paciente mientras sus risas me provocan muecas y es que mis hijos son todo menos discretos.
De a poco siento como suben a la cama y entonces se lanzan sobre mi cuerpo intentando hacerme cosquillas pero se llevan un buen susto cuando grito en medio de las risas.
—¡Feliz cumpleaños mamá!—gritan al unísono.
No puedo evitar reírme y es que para mi familia mi cumpleaños se ha vuelto tradición el intentar asustarme y todo gracias a inventos de su padre. Abro los brazos abrazando a mis hijos desviando la mirada hacia el hombre que espera paciente con una sonrisa en sus labios y una bandeja de desayuno en sus manos.
—Les dije que esperaran pero ya sabes como son—trata de salvarse poniendo esa sonrisa torcida que me demuestra lo que me espera cuando estemos a solas. Lentamente se acerca a mis labios apenas rozando nuestras bocas ya que tenemos a los niños en medio.—Feliz cumpleaños, mi reina.
—¡Asco!
Mis niñas abandonan a su madre cuando me ven besando a su padre, sin embargo Liam continúa abrazándome mirando con cara de pocos amigos a su padre.
—Es mía—dice sacándole lengua a lo que el infantil de Hudson responde de la misma manera. —Mi mami.
—¿Y? Es mi esposa, niño.
Ruedo los ojos, siempre tiene que hacer enfadar a nuestro niño pero esta vez es él quien se aleja entregándome la bandeja mientras mis cuatro hijos se ponen a mi alrededor esperando ver mi reacción ante su obsequio.
El corazón me quiere desbordar de tanto amor al ver el pastel decorado por mis hijos, lleno de colores y diferentes formas de gelatina por encima.
—¿Y esta pieza de arte donde la compraron?—digo haciéndolos reír.
Como cada año desayunamos juntos ya que Hudson les trae el desayuno en nuestra cama. Todos los años tenemos la misma tradición por mi cumpleaños, los niños no van al jardín, Hudson no trabaja y por consiguiente, yo también debo quedarme en cama.
Vemos una película durante la mañana, recibo llamadas de Kate y Brennan, de Kiran, de mi hermana y mis sobrinas pero como no tengo permitido salir de la cama, y como mis hijos son tan sobre protectores como su padre, tengo cinco pares de ojos que me impiden moverme.
