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Un chico pelinaranja caminaba de un lado a otro, enfurruñado.

—Park Jimin.—la fina voz de la mujer que lo trajo al mundo hizo que sus pelos se pusieran de punta.

—¿Si, mamá?.—dijo con su sonrisa más inocente.

—No me sonrías de esa forma.—le advirtió—.Y muévete, llegaremos tarde para abrir si no nos damos prisa.

—En primer lugar yo ni siquiera quiero ir.—dijo de mala forma.

—¿Que dijiste?.—su madre se giró a verle.

—Nada.—murmuró.

—Bien. Camina.

Él amaba a su madre, la adoraba, pero conocía muy bien a esa mujer y sabía que era mala idea ponerla de mal humor. Podía ser la mujer más amorosa y comprensible del universo, pero no la enfades porque entonces conocerás él otro lado de ella.

Cuando estuvieron ya dentro del coche ambos, madre e hijo, se colocaron los cinturones y la mujer arrancó él coche en total silencio.

—¿Crees que esa es manera de ir a un lugar para trabajar?.—su madre le preguntó sin apartar la vista de la carretera.

Jimin se miró, vestía unos vaqueros rasgados en las rodillas y una simple camisa blanca arremangada hasta sus codos.

—Ya que trabajaré obligado al menos vestiré lo que me gusta.—soltó.

Su madre solo soltó un suspiro y no añadió más, sabía que discutir con su hijo nunca llegaba a ningún lugar. Aunque era verdad, Jimin trabajaría en la cafetería de su madre obligado, por las bajas notas que sacó al término del curso. Por lo que se pasaría gran parte de las vacaciones, por no decir todo, vendiendo batidos.

Él resto del camino fue en silencio, tampoco era mucho, solo unos minutos alejaba él local de su casa.

Cuando llegaron una sonrisa asomó en él rostro de Jimin al distinguir las figuras de sus amigos, él hecho de que amigos lo acompañaran haría la situación menos desagradable.

El rojizo cabello de Hoseok era ligeramente agitado por él viento, haciendo que este tuviera que agitar la cabeza para apartarlo de su rostro, la sonrisa sin desaparecer de su rostro, a diferencia de Namjoon quien parecía tener su cabello rubio lleno de gomina ya que este no se veía afectado por él viento; y al final, un poco alejado, se encontraba Yoongi, portando una sudadera negra y un chándal del mismo color, la gorra de la sudadera esta en su cabeza, tapando gran parte de su rostro.

—Hola, chicos.—los saludó, ahora más animado.

—Hey, Jiminie.—Hoseok le pasó un brazo sobre los hombros—.Vinimos a acompañarte para que él día de mierda que se te avecina sea haga menos mierda.

Él carraspeo de la madre de Jimin cortó toda risa que se produjo por él comentario del pelirrojo, mirándolos con él ceño fruncido.

—Vamos.—metiendo la llave en la puerta del local, abrió entrando y siendo seguida por los cuatro chicos.

La mujer enseguida comenzó a ordenar todo, mesas y sillas, a limpiar si en algún lugar había suciedad, y cuando hubo terminado desapareció un momento antes de volver solo minutos después.

—Muy bien, Jimin.—llamó a su hijo—.Yo me voy, te dejo al cargo de todo, la gente no tardará en llegar.

—Está bien, mamá. —asintió, sin ánimo.

—Pórtate bien, y por favor atiende adecuadamente a los clientes.—le miró antes de dirigir su mirada a los tres amigos de su hijo—.Y vosotros, por favor, no toquéis nada, no hagáis nada, solo acompañar a mi hijo.

—Que poca confianza nos tiene.—el rubio dijo ofendido.

—Eso es porque os conozco.—refutó la mujer—.Y así como está todo perfecto, en unos minutos podéis destruirlo.

—Mira, Jiminie, mira como nos trata nuestra madre, la mujer que nos dio la vida, la que nos crió...

—Yo no soy tu madre, Hoseok.—la mujer hizo su mayor esfuerzo en no reírse por él drama que él pelirrojo estaba protagonizando.

—Y ahora me niega, no lo puedo creer.—Hoseok siguió, fingiendo llorar.

La mujer suspiró, rendida—.Nos vemos chicos, cuidense, y por favor, por lo que más quieran, compórtense y no espanten a mi clientela.

—Haremos nuestro mejor esfuerzo, lo prometo.—Namjoon dijo, haciendo un saludo militar.

La mujer negó antes de acercarse a su hijo y besar su frente—.Hasta luego, hijo, vendré a la hora se cerrar.

Jimin solo asintió, caminando para colocarse tras él mostrador, siendo seguido solo por Hoseok y Namjoon,  ya que Yoongi se había alejado anteriormente y se había sentado en uno de los taburetes frente al mostrador, ignorando la presencia de sus amigos y la mujer.

—Serán unas vacaciones muy largas, y pesadas.—Jimin murmuró, con desgano.

—Mira él lado bueno, estamos los cuatro juntos.—Hoseok intentó animar.

—¿Y se supone que eso es algo bueno?.—Yoongi habló por primera vez desde que llegaron.

—Yah.—pelirrojo negó con la cabeza, mirándolo—.Que mal amigo eres Yoongi.

Este último solo se encogió de hombros, sin prestar mayor atención.

—Verdaderamente os agradezco que estéis aquí.—Jimin habló—.Sin vosotros esto sería una real tortura.

—No tiene importancia, juntos todo es mejor.—Namjoon le sonrió, mostrando unos lindos hoyuelos.

—Sin duda.—Hoseok apoyó, asintiendo alegremente.

—Ahora, Jimin, sírvenos un par de batidos para comenzar con esto de una vez.—Namjoon pidió, divertido.

Jimin asintió y se giró para perderse por unos minutos antes de aparecer con batidos de menta para todos, dejando cada uno frente a quien le pertenece.

—Hey, chicos.—Hoseok llamó su atención—.Un brindis.—rió, levantando su batido frente a los demás.

Los otros tres chicos le miraron antes de juntar sus batidos, con sonrisas formándose en su rostro, esos eran los momentos que ellos amaban.

Strawberry Milk.  ❤Jikook❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora