Capítulo 1

25.8K 2.3K 393
                                    

La noche no era lo que yo esperaba, estaba como tantas otras desde hacía hace diez años: negra, sin brillo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche no era lo que yo esperaba, estaba como tantas otras desde hacía hace diez años: negra, sin brillo.

    Hacía tanto que no podía sonreír, tanto que no podía ver la vida más allá de un ciclo, hacía tanto que mi corazón sangraba y dolía tanto no tenerlos a mi lado.

    Perderlos había sido mi muerte, no poder siquiera tener un lugar para llorarles había sido un tormento y más aún cuando él se había ido sin saber que sería padre. El padre de mi hijo.

    El dolor había sido inimaginable y hoy aún después de tanto tiempo seguía doliendo igual o incluso más, la resignación jamás había llegado y el odio nunca había mermado.

    Mi madre había matado no a uno sino a dos personas y sobre todo a las dos personas más importante para mí solo para conservar su estatus, había sido capaz de eso con tal de no perder su respetabilidad y yo había sido solo una chica de diecisiete años incapaz de poder hacer nada, pero ahora era una mujer que si bien no era capaz de amar a nadie si era capaz de usar la belleza a su favor y un día iba a encontrar al hombre capaz de hacerlo todo por mí, incluso de acabar con mi madre. Añoraba cada amanecer que ese día llegara y solo entonces yo podría reunirme con ellos. Solo entonces podría tener paz.

—¿Por qué estás tan sola? —dijo una voz sacándome de mis pensamientos—. Podríamos estar pasándola mejor solos en otro lugar.

—¿Por qué no te pudres? —respondí con fastidio—. No tengo ánimos de ser tu puta esta noche.

—Pon tu precio —continuó el tipo—. Seguro que puedo pagarlo.

    Le di una sonrisa victoriosa antes de hablar.

—Cobro en centímetros cariño —dije mirando su rostro contraerse ante el insulto velado—. Dudo que puedas pagarlos.

—No sabía que las mujeres como tú pueden tener alguna importancia —aseguró con una sonrisa burlona—, pero ya que estás en tu pose de diva permite que te diga que las mujeres fáciles solo hacen que los hombres como yo nos burlemos de actitudes como esta.

—Y si soy una mujer fácil que te causa risa qué haces aquí querido —respondí con recato—. Soy una mujer fácil cuando quiero y para el que quiero, que te quede claro.

—Podrías serlo para mí —dijo conciliador—. Puedo darte lo que quieres.

—No sé que te hace pensar que quiero un pene viejo como el tuyo —dije entre risas—. Te aseguro que no es así. Deja de perder tu tiempo y busca por ahí una jovencita recatada necesitada de cualquier cosa, esas seguro que te hacen caso.

—Mira puta estúpida —despotricó apretando mi brazo con fuerza—. No voy a permitir...

—La dama ha dicho que no —dijo una voz que sonaba tan dura y fuerte que me hizo sobresaltar—. Será mejor que la suelte o me veré en la necesidad de echarlo.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora