Amor de habitación (Serie Amores 2)

Capítulo 2

Me quedé unos segundos en la puerta del baño tratando de procesar todo y de buscar la manera de dejarle claro que yo no era el tipo de mujer que va por la vida dejándose hacer por cualquier imbécil.

 Salí del baño rumbo a la barra. El barman me miraba como si lo supiera todo. Me acerqué a él y le lancé un beso que solo lo hizo sonreír.

—¡Te debo una botella¡ —gritó desde la barra haciéndome reír—. ¡Eres grande!

   Seguí mi camino y una vez fuera subí a mi auto para ir a mi departamento; sin embargo las ganas de hacerle tragar sus palabras me hizo pavonearme frente a él sabiendo que estaría en la parte trasera del bar.

    Pasé justo al momento en que Fredek Petrov bajaba de su auto mientras dos hombres se bajaban a solo unos metros de él en otro auto. Se
recargo en el capo y fijó la vista sobre la puerta de salida de personal.

    Sonreí porque después de todo había ganado esta batalla pero regordearme siempre era el momento culmen.

    Toqué la bocina del auto para llamar su atención y justo cuando volteó la mirada hacia mi auto le dije adiós con un son movimiento de mano que ondeaba de forma invisible la victoria.

    Por el espejo lo vi sonreír y abordar de nuevo su auto y aunque durante unos metros vinieron detrás de mí en algún desvío se fueron por otro lado.

    Quizás  no había encontrado un hombre que fuera lo suficientemente poderoso o al menos tuviera los contactos necesarios para arruinar a mi madre pero lo cierto es que evidentemente Petrov tenía amistades que podrían ayudarme mucho.

    Volví a casa con el ánimo renovado y una vez dentro de mi habitación permití que la nostalgia invadiera mi ser como cada noche.

   Me miré al espejo y no vi nada, no vi a la chica risueña, tal vez fuera porque jamás volvería a serlo. Habían matado mi corazón y en diez años jamás había vuelto a renacer y no es que quisiera hacerlo en realidad, lo cierto es que me gustaba el dolor punzante de mi alma, había aprendido a vivir con él y a convertirlo en parte de mi vida.

   Un día estaría junto a ellos y podríamos ser la familia que no nos permitieron ser pero eso sería cuando pudiera destrozarla tanto como ella lo había hecho conmigo.

    Me metí a la cama no sin antes recordar aquella última vez frente al muelle, la última mirada que tuve y el último te quiero que me dio.

   Cerré los ojos imaginando que a mi lado dormía el único hombre de mi vida y el único con el que era capaz de compartir la noche. Jamás nadie había dormía conmigo y nunca un hombre escucharía un «te quiero» de mis labios.