Capítulo 12

16.4K 1.7K 296
                                    

—¿Ya terminaste? —dijo con tono de desagrado—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Ya terminaste? —dijo con tono de desagrado—. Si es así ya puedes irte que no tengo ninguna intención de seguir escuchándote.

    Se acercó y cuando pensé que se acercaría para hablar solo abrió la puerta para que me fuera.

—¡Eres un cínico incapaz de darme una explicación! —despotriqué enfadada—. ¡Eres una basura!

—No doy explicaciones nunca y sabes por qué —dijo con evidente fastidio—. Simple y sencillamente porque no me da la gana y mucho menos a personas como tú. No sé qué diablos buscas pero desde ya te digo que no me voy a convertir en tu perro faldero ni en tu pelele, así que como llegaste te puedes ir largando antes de que pierda la paciencia y terminé por hacer una locura.

—¿Como qué? ¿Vas a golpearme? —inquirí enfrentándolo—. Solo atrévete y te aseguro que me voy a encargar de que vivas cada minuto de tu vida lamentándolo.

    Comenzó a reír como si aquello le causará gracia antes de mirarme como si me retara.

—Jamás golpeo a una mujer —dijo con aire de superioridad—. Por mucho que lo pida a gritos, al menos no con los puños, tengo mejores maneras de golpear y mucho más dolorosas así que no me provoques.

—¿En serio? —Me crucé de brazos en pose de diva—. ¿Cuáles?

—Las palabras —dijo con semblante victorioso—. No me provoques porque te aseguro que vas a salir perdiendo. Vete ahora mismo de aquí.

    Tenía ganas de provocar mucho más en él por el simple hecho de que odiaba saber que me había remplazado en menos de una semana. Había golpeado mi orgullo y eso no de lo podía perdonar.

    No salí del departamento dispuesta a averiguar quién era ella.

—¿Es Loraine verdad? —pregunté con desprecio—. Al final no te quedaste con las ganas de tirártela. Tu ego masculino no te lo permitió.

    Volvió a quedarse callado y eso era precisamente lo que peor me ponía, me enfermaba saber que por mucho que le dijera no iba a poder sacarlo de sus casillas.

    Me tomó del brazo con fuerza y me sacó al vestíbulo de su departamento donde parecía que la furia manaba de él.

—¿A qué diablos viene todo esto? —cuestionó con los ojos echando fuego del coraje—. ¡Estoy harto de soportar tus niñerías estúpidas y si quieres revisar mi maldito departamento puedes hacerlo con tal de que te largues ya! Estoy fastidiado de aguantarte. No doy ninguna explicación de lo que hago pero voy a dártela porque estoy asqueado de soportarte. ¡No hay nadie en este asqueroso departamento más que tú y yo, si hubieras sido más lista en lugar de una tonta te habrías dado cuenta de que la ropa interior femenina es tuya y que al fin de cuentas si yo tuviera una o diez mujeres no tendría por qué importarte porque simplemente me importa una mierda tu maldita opinión! Sin contar que ya cualquier acuerdo entre nosotros ha sido roto debido a que sin duda lo dejaste claro. Si pensaste que después de lo que me dijiste ese día yo iba a estar detrás de ti como perro con su amo, entonces estás más loca de lo que imaginé y permíteme que te diga que ya puedes ir por tu silla porque no voy a hacerlo.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora