Keira Cooper solo ha conocido el amor una vez y le fue arrebatado por la persona que debió protegerla; con los años no solo ha madurado su personalidad sino también ha crecido su rencor y su odio hacia ella por lo que se esforzará por encontrar un h...
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Corrí tras él lo más rápido que pude hasta alcanzarlo antes de abordar el ascensor.
—Por favor —dije tirando de su chaqueta—. Deja que te explique las cosas.
—¿Vas a explicarme como también nos comparabas en el sexo? —dijo mirándome con rabia—. ¿O solo piensas en contarme quien lucía más intrépido?
Sabía que tenía todo el derecho a decirme todo eso pero no por ello había dolido menos. El respeto que me tenía se había roto y con ello se había muerto toda palabra cordial para mí.
—Las cosas no fueron así —musité sin poder contener el llanto—. Quise decírtelo.
—¿Quisiste? —dijo con una risa de burla—. Deja de verme la cara de estúpido porque no la tengo, al menos ya no para ti. Pudiste decirlo pero decidiste callar porque tenías a tu amor y a tu idiota. Eres la peor de todas.
Volvió a girarse pero lo abracé por la cintura y me aferré con fuerza, sabía que si lo dejaba ir ahora jamás volvería a verlo y que si dejaba que se fuera esto se acababa para siempre.
—Por favor escúchame —supliqué caso sin poder respirar del llanto—. Por favor. No me hagas esto.
—¿Hacerte qué? —inquirió arrancándose mis brazos—. Yo no he sido el que mintió, ni el que traicionó, mucho menos el que se revuelca con una y otra, no he sido el infiel. No he jugado contigo. ¡No me digas que el que lo ha llevado todo al demonio he sido yo! No te atrevas a culparme de nada y mucho menos te sientas con el derecho a pedir que te escuche como si el malo fuera yo. Me cansé de tus justificaciones estúpidas, de tus lágrimas falsas, de tu arrepentimiento hipócrita y sobre todo me he cansado de ser el único imbécil que se enamoro. No quiero volver a saber de ti jamás en todo la puta vida. Ahórrame los desplantes porque me voy a olvidar que soy un caballero y te juro que te voy a destrozar.
Me abracé de nuevo a él pero tomó mis brazos y se las quitó de encima lanzándome a un lado sin contemplaciones y mirándome con asco.
—No vuelvas a tocarme nunca en toda tu maldita vida —dijo metiéndose al elevador.
Me quedé sentada frente al elevador mientras algunos curiosos miraban el espectáculo horrorizados.
Permanecí ahí en la entrada del elevador esperando que volviera como las tantas veces había hecho pero sabía que esta vez no lo haría que jamás volvería de nuevo y sobre todo que jamas me perdonaría lo que acababa de pasar.
Me levanté después de mucho tiempo y volví al departamento en medio del llanto.
Tomé mi celular para escribirle mil veces y marcarle pero al final su celular fue apagado.
Necesitaba calmarme y respirar un poco más porque no podía estar pasando me esto.
Tomé las gotas que me había recetado el doctor y bebí un poco más de los establecido. Sabía que no me ayudarían pero en ese momento yo no podía pensar en nada que no fuera que acababa de perderlo.
