Capítulo 4

19.6K 1.9K 137
                                    

—No quiero que pares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No quiero que pares. —Me vi respondiendo con tanto furor que lo vi sonreír—. Quiero hacerlo.

    Solo me sonrió antes de empezar a besarme y aunque seguía creyendo que en cualquier comento se lanzaría como perro hambriento sobre mí, lo cierto es que no lo hizo, al contrario se tomó su tiempo para besarme y abrazarme y susurrar cosas dulces en mi oído que nada tenían que ver con lo que debería estar pasando.

    Se posicionó sobre mí antes de darme darme un beso y una sonrisa que aniquilaba cualquier pensamiento lógico y me elevaba a un nivel de entrega que jamás había tenido.

—Eres total y sensualmente perversa —musitó con la respiración entrecortada mientras se introducía poco a poco dentro de mí—. No puedo negar que deseaba esto desde el momento que apareciste frente a mí.

    Se quedó quieto un momento dejando que disfrutará la invasión pero también disfrutándola antes de verme de nuevo y empezar el vaivén de sus caderas.

    Me aferraba con fuerza a su cuerpo y acariciaba cada parte de él mientras lo sentía tan profundo y tan entregado que no podía negar que deseaba alargarlo todo lo posible.

    Sus movimientos eran certeros y sus manos mágicas tocando cada parte de mí que no podía hacer nada mas que gemir descontroladamente.

   Habían momentos en los que apretaba las sábanas o mordía mis manos para no gritar o gemir tan fuerte.

—No te reprimas —dijo tomando mis manos y colocándolas por encima de mi cabeza—. Me gusta escucharte, quiero escucharte.

    Con mis manos sujetadas por arriba de mi cabeza aceleró el ritmo mientras me miraba fijo a los ojos.

    Se acercaba a besarme pero luego se separaba para volver a clavar su vista sobre la mía.

    Su manera de tener sexo era peligrosa, muy peligrosa, sobre todo porque solía someter con la mirada y no con el cuerpo.

    Me sentía tensa al principio, después estúpida por excitarme tanto y finalmente me estaba sintiendo culpable, sobre todo cuando sin poder evitarlo me vi comparándolos.

   Él había sido el primero y aunque había sido torpe la primera vez, lo cierto es que el resto de las veces había demostrado que era bueno, era evidente que teníamos sexo cada que lo veía pero disfrutaba estar con él, demostrarle que lo amaba y sobre todo disfrutaba tener sexo con él. Disfrutaba sentir cuando me hacía suya y suspirar por el placer que me daba. Era tocar el cielo.

    Petrov por el contrario parecía mucho más amaestrado pero también un hombre mucho más seguro a la hora del sexo. Se movía una y otra vez lento pero certero como si supiera lo que mi cuerpo necesitara.

    Fredek Petrov sabía volver loca a una mujer con la forma en que sabía practicar sexo.

    Aferró mis piernas con fuerza antes de salir de manera brusca y tirarse a mi lado para jalarme sobre él e incitarme a montarme a horcajadas.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora