Capítulo 42

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Salí de la sala y merodeé por el lugar antes de que su madre volviera

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Salí de la sala y merodeé por el lugar antes de que su madre volviera.

    Un papel arrugado en el piso llamó mi atención y lo recogí para desarrugarlo y leer.

    No tenía destinatario pero sabía que era para él y también quién era el remitente. En el papel se encargaba de decirle que el hijo no era suyo.

    El muy maldito pretendía hacerlo dudar de la paternidad de mi bebe y tal vez lo hubiera logrado.

    Volví a arrugar la hoja de la rabia y prometí que hablaría con Fredek después.

—Lamento la tardanza, mi hermana es una mujer horrible cuando se encarrila —dijo la mujer pero se detuvo al verme—. ¿Estás bien? Ven, vamos siéntate.

—Sí, lo estoy —dije tratando de sonar convincente—. Es solo que estoy un poco cansada.

—¡Oh! Bueno entonces puedes descansar en una de las habitaciones —dijo de inmediato—. Vamos, te llevo.

—No, estoy bien así —dije aguantando las ganas de llorar—. Solo quiero ir a casa y dormir.

—¿Estás segura? —dijo mortificada—. Tal vez mi hijo pueda llevarte, he escuchado que ha llegado.

—Estoy bien —repetí con una sonrisa—. No pasa nada. Solo estoy cansada y necesito dormir pero en mi casa.

    No esperé más y me despedí de ella con el poco entusiasmo que podía reunir agradeciendo las compras y el buen rato que me hizo pasar. Al final no dije más y decidí irme de ahí. Dijo que me acompañaría a la salida pero decliné su oferta.

    Caminé rumbo a la salida lo más rápido que mi cuerpo me lo permitiera; sin embargo Dasha venía detrás de mí aun cuando dije que no.

   Pasé frente a la sala de visitas. La puerta estaba abierta y me detuve al ver la escena que ocurría dentro.

    Ambos, tanto Tonya como Fredek estaban arrodillados y abrazados. Se veía claramente el movimiento de los hombros de ella sollozando.

    Era evidente que habían encontrado el punto de equilibrio entre ambos.

   Me giré de nuevo y salí dispuesta a superar esto. Había perdido y no había más. Sonreí porque por primera vez creía en mis palabras al decir que Fredek merecía ser feliz con quien fuera que lo tuviera que ser.

   Yo ya era feliz por él y lo sería más cuando mi hijo estuviera a mi lado. Si en algún momento un hombre aparecía para mí estaría bien si no no pasaba nada.

    Me subí al auto con cuidado e indiqué que me llevaran a casa.

    Sonreí porque se había acabado la Keira pesimista, tonta y que se sentía culpable por haber amado a un vividor mentiroso.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora