Capítulo 11

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Sus manos seguían acariciando mi espalda mientras con mi dorso intenté limpiar las lágrimas

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Sus manos seguían acariciando mi espalda mientras con mi dorso intenté limpiar las lágrimas.

    Se separó de mí con una sonrisa que murió al ver mis ojos.

—¿Estás bien? —Inquirió al verme—. Si he sido muy brusco me disculpo.

—No, claro que no —dije acariciando su rostro—. Ha estado perfecto y quizás sea ese el problema.

    Frunció el ceño tratando de entender mis palabras.

—Yo me entiendo —dije al verlo confuso—. Ven acá.

    Se acercó aún más y me abrazó por la cintura pegando su frente a la mía mientras yo enroscaba mis brazos a su cuello.

—Quiero quedarme así —dijo en apenas un susurro—. No puedo imaginarme en ningún otro sitio que no sea este.

   Me reí acariciando su espalda y me aferré a él con las piernas haciendo que riera y abrazara aún más fuerte mientras me levantaba para llevarme hacia la habitación.

   Caminó conmigo aferrada a él y sin dejar de besarnos entramos a la recámara donde me dejó caer en la cama y siguió besándome.

—¿No deberías estar trabajando? —pregunté entre risas y besos—. ¿No deberías estar haciendo algo productivo?

    Levantó la cabeza de mi cuello y me tomó el rostro antes de hablar.

—Tengo el suficiente dinero para dejar el trabajo un día —decretó con seguridad—. Además en este momento somos tú y yo, lo demás no importa.

    Me acerqué a él para recostarme sobre su  pecho. Me abrazó y llenó de besos mi cabeza.

—¿Te gustaría ir conmigo un fin de semana de viaje? —dijo haciendo que levantara la cabeza para verlo—. Dos días en los que podemos estar juntos ya que cuando estoy aquí casi no vamos a poder vernos.

—¿A dónde? —dije un tanto consternada por su petición—. ¿Creí que eras de los hombres acostumbrados a vivir en el trabajo?

—Tengo un lugar perfecto —dijo divertido—. ¿Qué dices? Nos vemos el viernes y disfrutamos un fin de semana juntos?

—Me parece bien —dije tranquila tratando de no mostrar mi entusiasmo—, pero al menos podrías darme una pista para saber que ropa llevar.

—Lo que quieras —dijo dejando un beso en el valle de mis senos—. Igual pasarás la mayor parte de los días sin ella.

    Le sonreí sabiendo que no era un aviso sino una promesa que sin duda cumpliría con creses.

    Me arrebujé junto a él dejando que me envolviera en sus brazos y me sedujera con su aroma.

    Me llenó de besos hasta que finalmente el cansancio me hizo sucumbir y terminé por domirme entre sus brazos.

«—¿Sabes que te quiero? —dije besando su pecho—. Jamás habrá otro hombre para mí.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Where stories live. Discover now