Capítulo VIII: El chico problemas.

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 —De casualidad, ¿no sabes dónde está?

Joder. ¿Lo sabe? Sé que no debería mentirle, y sé que le dije a Dante que no puedo ocultarle más cosas a Gina, pero ahora que la tengo enfrente, la cobardía toma control en mi cuerpo, y me hago la tonta, negando asombrada. No soy muy buena mintiendo, pero es por Dante, así que debo hacerlo.

— ¿Se escapó? ¡Dios! ¿Por qué; qué pasó? —Pregunto. Ella se encoge de hombros, y haciendo una mueca. Estoy completamente aliviada que haya actuado bien, porque Gina suele darse cuenta de todo.

—No lo sé, ella me dijo que se pelearon por mi culpa, y otras tonterías más. Hasta me dijo que él la llamó "vil perra" —quiere reírse, pero lo contiene, porque sabe que no está bien.

—Guau, no me imagino a Dante diciendo esas palabras, y menos a mi tía Olivia —esto de ser mentirosa, se ha hecho muy popular en mí estos días, al parecer. Gina me da una mirada de incredulidad, como si tampoco lo pudiera imaginar—. Es grave, entonces, ¿no?

—Muy. Dante suele pelearse con mamá cuando sacan a relucir el tema de... —Lo piensa un poco más y su cara se ensombrece—. ¡Maldita sea! —Exclama de repente, y me sobresalto. Se para de la cama, con todo y taza en la mano, para ponerla encima de la bandeja, donde siguen nuestros desayunos sin tocar. Busca en su ropa algo, y eso me tiene confundida—. No puedo creer que lo haya hecho. Le he dicho que no salga con sus estupideces, joder. —Murmura para sí misma, y no entiendo nada.

—Gina... ¿qué pasa?

—Nada, nada. Sólo, Dios, tengo que llamarle después, dejé mi móvil en mi departamento —Se vuelve a sentar en la cama, y después se avienta boca arriba, mirando el techo—. Sólo le daré su espacio mientras tanto... así estará bien. —Después de soltar esas palabras, me mira—. Ronnie, si sabes algo de Dante, debes de decírmelo, por favor. Necesito saber si está bien, o algo.

—E-está bien, lo haré, Gina —maldita mentirosa.

—Bien, ya estoy más tranquila ahora —se vuelve a levantar de la cama, y ahora va por la bandeja de comida, y la posa entre las dos, una vez que se vuelve a sentar—. Ahora sólo comamos. Espero que no hayas confundido nada. Con lo mala que eres en la cocina, no me sorprendería.

—A ese paso, lo único que confundiré, será el cloro con la mayonesa.

—Si ni siquiera se parecen. —Frunce el ceño, y hace una mueca de asco.

—No me importará si sigues jodiendo. —Ella pone los ojos en blanco pero le da una mordida a un sándwich, y después yo le doy una al mío.

Los ojos de Gina revolotean por mi cuarto, y no le doy mucha atención, porque no tengo nada que esconder en mi cuarto. Escucho que traga, y carraspea para poder hablar bien conmigo.

— ¿Qué mierda le ha pasado a tu laptop?

Es una muy larga historia, la cual sólo te mentiré.

Como siempre.

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Desafiando a Dante (Desamores #1)Where stories live. Discover now