Capítulo XLII: Tú te quedaste a mi lado.

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Aprieto ligeramente el moretón de Dante, que empieza a tornarse verde y morado, hecho todo un desastre, con sangre seca a su alrededor

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Aprieto ligeramente el moretón de Dante, que empieza a tornarse verde y morado, hecho todo un desastre, con sangre seca a su alrededor. Él gime, con dolor, cerrando sus ojos ligeramente. Hago una mueca al verlo así, y tomo la carne congelada, poniéndosela en la mejilla.

- ¡Joder! -Exclama Dante, siseando, y retorciéndose en su lugar. Estamos en el sillón de la casa de Lorenzo. Es incómodo, porque literalmente nos echaron de la habitación, acompañándonos la señora Gómez para decirnos que podíamos usar el botiquín de primeros auxilios que estaba debajo del lavabo del baño de abajo. El único baño para visitas que hay abajo. Y después ella se fue corriendo para ir con su hija.

Pero, sólo es un moretón lo que Dante tiene, así que ahora estamos aquí tratando que baje la hinchazón del moretón. Dante hace un puchero, y yo le doy un coscorrón, y éste se queja por el golpe.

-Eso te pasa por no defenderte -murmuro entre dientes, y bufo. Él me sonríe, y me abraza por la cintura, atrayéndome a su lado. Me besa la mejilla, y esconde su rostro (menos la parte donde tiene el moretón) en mi cuello.

-Sé que no te hubiera gustado que golpeara a tu mejor amigo, morena sexy -besa mi cuello castamente y suspiro, idiotizada-. Lo he vivido, cuando regresaba con golpes de mis compañeros envidiosos, que me molestaban porque no crecía. Tú te quedaste a mi lado; enfrentándolos con mucha valentía.

-Eras muy lindo en ese entonces, y aún así me gustabas. No me importaba recibir groserías y jalones de cabello, sabiendo que tú llegabas con golpes por todo tu cuerpo -acaricio su cabello, acomodándolo. Oigo que carraspean fuertemente para que hagamos caso. Dante con su mano izquierda aún tiene el pedazo de carne congelada contra su mejilla.

Lorenzo baja las escaleras de su casa, luciendo un poco avergonzado. Se detiene en el último escalón, y se rasca la nuca, mirando hacia todos lados, menos a nosotros. Dante suspira, parándose del asiento —dejando la carne en el plato de plástico de donde la tomé— para poder caminar hacia Lore.

-Yo quería pedirte disculpas, por haberte golpeado. Tal vez debí escuchar tu versión de la historia, después de todo -se disculpa con sinceridad, aunque ni siquiera puede ver a Dante a los ojos.

- ¿Tu hermana te ha mandado? -Pregunto, cruzándome de brazos mientras me levanto del sillón.

-Ronnie... -murmura Dante, negando con la cabeza-. Mira, Lorenzo, está bien que hayas reaccionado así, porque yo también lo hubiera hecho si mi hermana hubiera pasado lo mismo que la tuya.

-No trates de justificarme. Fueras o no culpable, primero debí sacarte de la casa, no golpearte enfrente de mi hermana -Lore pone su mirada en Dante, y éste asiente con los labios apretados-. Mi hermana tuvo una recaída, y la llevaremos al doctor, así que no se preocupen tanto por ella. Ahora es normal que pase.

-Bien, Lore. ¿Amigos? -Pregunta Dante dándole la mano. Lorenzo parece pensárselo, pero asiente, dándole la mano.

-Amigos -después de ello, la quita y se va de nuevo hacia arriba. Pero antes, de siquiera terminar de subir los escalones, se voltea a vernos sospechosamente, y abre la boca pensándose si decirlo o no-: ¿Son pareja?

Desafiando a Dante (Desamores #1)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum