Capítulo XVIII: Un jodido número de tatuajes.

3.8K 202 13
                                    

Tal vez esto no era una buena idea, pero de cualquier manera, terminé haciéndole caso omiso a mi consciencia que repetía lo mismo una y otra vez. No quiero que se peleen, es la verdad, y tampoco sé por qué se pelearían. Es estúpido, y un poco inmaduro. ¿Pelearían por mí? ¡Ja! ¡Claro; como es tan común en las novelas que dos chicos peleen por ti, ahora yo me imagino lo mismo! ¡Por supuesto!

—Así que, ¿quieren algo de desayunar? —Pregunto. Sí, mi idea fue invitarlos a desayunar a un café cerca de la casa. Claro que me puse unas pantuflas y aún estoy en pijama, como Dante, menos Caleb, que está bien vestido.

Caleb se encoge de hombros, volviendo a cerrarse en el papel de "chico malo". Pongo los ojos en blanco, cuando la mesera ya está ahí con una sonrisa resplandeciente a pesar de que son las diez de la mañana.

— ¿Pedirán algo, muchachos? —Cuestiona la mesera, que debe andar entre los veinte años. Su cabello castaño está amarrado en una coleta, y su uniforma consta de un vestido amarillo, con su delantal. Deja de sonreír cuando Caleb la mira como si fuera un bicho raro.

—Quiero un café americano. ¿Ronnie? —El rubio me voltea a ver, pero su expresión cambia, a una más relajada.

—Quiero unos Hot-cakes y una malteada de fresa, por favor —le pido a la mesera, que anota todo rápidamente, empezando a sudar cuando mi vecino la ve con una ceja levantada, intimidándola. Patanes—. ¿Dante?

—Yo quiero unos huevos a la mexicana, con un jugo de naranja, por favor. —Pide Dante, monótono, como un robot.

Cuando la mesera se va, yo me quedo callada, sin saber qué decir. Pero, al parecer Dante tiene muchas cosas qué preguntar, porque mira con una sonrisa falsa a su mejor amigo, y ladea la cabeza.

—Entonces, ¿qué hacías en la casa de Ronnie, Cal? —El rubio se encoge de hombros (otra vez).

—Fui a devolverle una pulsera que se le cayó mientras bailaba. —Señala la pulsera que tengo en la muñeca, que me la puse después de ponerme las pantuflas. Le sonrío con la boca cerrada a los dos—. ¿Y tú desde cuando te quedas en casa de Ronnie? Pensé que te quedarías con Fabián.

Dante hace una mueca.

—Ocurrieron cosas con él, así que mejor lo dejé solo. —Hace una mueca, con el ambiente tenso, aligerándose, y eso me hace respirar normal. Aliviada de que no se llevaran bien, de nuevo, simplemente porque Caleb llegó a mí casa.

Dante es una persona complicada. Es peor que una mujer. Ya lo comprobé.

— ¿Cosas? ¿Con Labanauskaite o la pelirroja? —Caleb mueve las cejas coquetamente, y yo simplemente siento mi sangre hervir, pero ruedo los ojos.

—Dios, no hablen de sexo. —Me quejo en voz baja.

—Cierto, hay una niña que aún no lo tuvo. —Se burla Dante, codeándome. Abro la boca, sintiéndome atacada.

— ¡Sí, porque soy una adolescente que sabe esperar y no adelantarse cuando no le toca!

— ¿Quién dijo que no nos tocaba?

—Sus genitales sin... —Voy a decir algo grosero en una cafetería y Caleb supo taparme la boca antes de que me arrepintiera de decirlo. Dante suelta una leve carcajada, y yo me sonrojo.

—Al parecer, Niñita, no sabes controlarte. —Caleb pone los ojos en blanco.

—Tú calla, rubio oxigenado.

—Claro, ahora insúltame.

—Puedo y quiero.

— ¿Desde cuándo son tan cercanos? —Dante nos mira sospechosamente.

Desafiando a Dante (Desamores #1)Där berättelser lever. Upptäck nu