Capítulo XXX: Estúpido Príncipe de Mierda.

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Cierro la puerta de mi habitación de un portazo. Mi cabeza me duele de tan sólo imaginar mi vida con los hermanos Ríos, y pensar que uno de ellos es mi novio. Es tan extraño, y tan surrealista que mi vida se haya basado en una novela de Ficción, claro está. ¿Por qué mi madre se tuvo que enamorar del señor Ríos, de todos los hombres que hay en C.? ¡Sí, es guapo, multimillonario, y tiene un buen humor siempre, pero, es el padre de mi novio, joder! ¡Ahora es mi jodido hermanastro!

Y después de todo, hay reglas. Para todos. Nadie lo dijo, ni se quejó, pero sé que les caga que haya horarios para todo. Cuando sólo éramos mi madre y yo, las cosas no eran así, pero de alguna manera lo comprendo en este momento que somos cuatro hijos en la casa. Me acuesto en mi cama bocarriba, y escucho la puerta abrirse, y sé quién es.

—Vero, ¿puedo hablar contigo? —Pregunta mi mamá. Alzo mi mano, y le hago un ademán para que pase. No hablo, pero no le interesa tampoco. Ella cierra la puerta despacio, y se sienta en mi cama, suspirando—. ¿Por qué no me dijiste que tenías novio, Vero? Pensé que éramos unidas.

— ¿Entonces por qué no me llamaste para decirme que te casaste? Yo también pensé que éramos unidas, madre. —Murmuro, sentándome para verle mejor el rostro. Ella se muestra un poco enojada, pero se las arregla para no regañarme ni castigarme.

—Lo siento, pero, fue una cosa de un segundo. Ni siquiera lo pensamos bien. Además, estábamos en Las Vegas. Tenía miedo de perderlo de nuevo —confiesa, mientras me sonríe con cansancio. Asiento, y me muerdo el labio.

—Es mi novio desde hace cuatro días. Es súper reciente. Y él es súper lindo conmigo, mamá.

—Pensé que te gustaba Dante, hija. —Mi madre me ve sospechosamente.

—Te he dicho que es un hermano menor para mí —miento, con mis mejillas sonrojándose.

—Espero que no estés mintiendo, porque sé cuánto Caleb te quiere, y sólo con una mirada. No lo uses, porque las personas no son objetos, hija. No puedes simplemente desecharlo cuando te des cuenta de a quien quieres es alguien más, y no un chico rubio demasiado dulce. —Se encoge de hombros, y los míos se hunden, de repente sintiéndome culpable.

—No lo uso. Lo quiero, mamá. Él me hace feliz... —Me interrumpe con una risa.

—Pero no es suficiente, ¿no es así? Aún cuando estás con Caleb, alguien más te viene a la mente. Si es así, debes de dejarlo, porque nunca será suficiente. No quiero que lo lastimes más de lo que lo harás si decides alargar esto, Verónica. —Me besa la frente, y después me da un apretón en mi brazo.

—Pero... —no me deja ni hablar.

—Descansa, Vero, y deja de negar tanto tus sentimientos simplemente porque duelen encararlos. No cometas los mismos errores que yo, niña hermosa —Con ello, sale de mi habitación hecha un rayo. Joder, sabia hasta la médula, ¿no dije eso hace un tiempo?

Puff, los odio a todos. Lo juro.

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Desafiando a Dante (Desamores #1)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu