Capítulo XXIII: El mejor amigo.

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— ¿Cómo ha sido tu fin de semana, princesa? —Ni siquiera tengo pensado responderle, porque estoy de mal humor, pero él no me ha hecho nada, y no le veo caso ignorarlo tan feamente. Suspiro cortamente, como si estuviera terriblemente harta de la escuela o de él.

—Una horrible, aguada y verde mierda. —Respondo en un gruñido. Estamos en la cafetería con Gloria, Lore y Sarah rodeándome, y tratando de desayunar. Sergio está por darle una mordida a su sándwich que tiene un aderezo verde, pero lo deja a un lado cuando suelto mi respuesta.

— ¡Joder, muñeca, tú sí sabes cómo desaparecer el apetito! ¿Al menos puedo saber por qué? —Chismoso. Niego con la cabeza, comiendo una manzana verde con furia. Mirando hacia Dante que está sonriéndole coquetamente a esa morra pelinegra con un labial rojo intenso.

Perro.

—No es de tu interés, y lo digo en serio, Sergio. —Espeto rodando los ojos, y doy un resoplido.

—Wow, estás de muy mal humor, ya lo he comprobado por completo. —Sergio hace un puchero como niño pequeño, y yo le miro mal.

—Ya, déjala en paz, Sergio —riñe Gloria con el ceño fruncido, y suena como mi mamá.

Mi mamá. ¿Dónde estás cuando más te necesito, mujer?

He estado de mal humor desde el sábado en la noche cuando Olivia me amenazó tan descaradamente que me dieron ganas de escupirle en su... perfecto rostro de mujer de cuarenta años. La idolatraba, y la quería como una de la familia, pero sabiendo de lo que es capaz con querer ganar dinero, sólo puedo sentir asco por ella.

También lo he estado, porque Dante se enojó conmigo. ¡Se enojó el muy cabrón simplemente porque le respondí mal cuando yo no tenía derecho porque él me trató bien! Es un imbécil. Lo juro. Y sólo quiero aplastarlo con mis manos, y dejarlo tan plano como una hoja de papel y después arrugarlo y tirarlo al bote de basura.

Ay.

Creo que las hormonas de mi regla, han llegado duro este mes. ¡Y es que aún no sé cómo mierda la haré para echarlo de mi casa en menos de una semana! ¡Estoy desesperada y aún no sé qué hacer con Lotta!

Lotta. Perra.

Estoy enojada con el mundo, con Dante, Lore, Gloria y hasta con Sarah, especialmente con ella, y no tiene nada qué ver con el bebé. Ella puede hacer lo que quiera, porque es su cuerpo, ella decide sobre eso ya que tiene el derecho de hacerlo. Más bien, estoy encabronadísima porque nunca tuvo la suficiente confianza para contarme lo de Dante, y me molesta tanto que no recuerden nada.

Ahora me dieron ganas de llorar, porque Dante puede que tenga un bebé a tan temprana edad, y eso me asusta casi o menos de lo que a él lo hace. Dejo mi manzana a medio comer sobre el plato donde Sergio depositó su sándwich.

Tocan la campana, justamente a las diez de la mañana para entrar a clases. Ruedo mis ojos una vez más, y sin esperar a nadie, me levanto de la mesa.

— ¡Hey, princesa! ¡Tu basura! —Escucho que Sergio me llama. Me volteo a él, desde lejos, dejando que otros me golpeen por el hombro al pasar por mis lados. Alzo una ceja.

— ¿Qué? Pensé que serías más caballero, necesito llegar a clase de Literatura. —Suspiro molesta. Sergio sonríe de lado, como si temiera por su vida.

— ¿Sabes qué? No importa, tú ve a tu clase, yo recojo la basura con mis nuevos amigos... ¿Lore? ¿Gloria? ¿Sarah? —Mira a su alrededor, y se da cuenta de que está solo en la mesa, y mis amigos (no de él) están ya más adelantados que yo.

Desafiando a Dante (Desamores #1)Where stories live. Discover now